viernes, 15 de enero de 2010

Fusiones, Dudas y Despropósitos

Concluyen los primeros pasos para la fusión de Caja Duero y Caja España con dudas acerca de su conveniencia, ganadores e impacto local. Sin embargo hay muchos interrogantes que ya han quedado esclarecidos. A partir de estos podemos desvelar otras incógnitas.
La amenaza del Banco de España de examinar rigurosamente ambas entidades si no avanzaban fue una forma de comunicar que podrían ser intervenidas. Eso y sus reacciones subsiguientes confirman que atraviesan situaciones comprometidas.
Por otro lado también se supo que el tipo de fusión elegida explota la reducción de costes, no la complementariedad: en conclusión es defensiva, no expansiva. Numerosas oficinas ineficientes alcanzarán la rentabilidad por la absorción de otra contigua, pero sin sus empleados ni gastos. Parece ser que la cuantía ahorrada sorprende.
Un aspecto muy grueso fue el contraste entre ambas partes para negociar. Por Salamanca seis personas; por León, contra lo indicado en la estrategia más elemental, dos menos, lo que propicia inferioridad ante el cansancio de una negociación laboriosa y larga. Por Salamanca personas de alto nivel formativo; por León sólo dos universitarios, la mitad de la comisión. Por Salamanca seis profesionales con perfil técnico; por León una embajada de cuatro con dos políticos mediáticos. Por Salamanca un grupo con objetivos definidos y encomiendas claras de su consejo; por León cuatro individualidades con un cheque en blanco y pocas avenencias conocidas entre sí. Caja España ha dado una lección de cómo no se deben hacer estas cosas. Para más desgracia algún comisionado se fue de vacaciones sin concluir el proceso. Inadmisible.
En este sentido que los centros de decisión de la nueva caja queden en Salamanca añade tranquilidad al impositor, aunque León pierda perfil como ciudad. Que detrás de esa “dirección general ejecutiva” terminen marchando a Salamanca varios cientos de puestos de trabajo será un problema añadido. Pero eso es lo que una casta política sin objetivos territoriales ni formación suficiente ha dejado; la misma que aprobó en el consejo los grandes créditos dudosos que merman hoy a Caja España.

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