martes, 15 de noviembre de 2011

Políticos de Bajos Vuelos

Una parte de la campaña electoral en Valladolid se está basando en la petición de cierre de todos los aeropuertos de la autonomía, salvo el de allí. La expresión de ese deseo es descarnada y no atiende a razones, pero deberían tener cuidado porque se puede abrir un debate peligroso en el territorio bajo la administración de Herrera.
Más allá de otras consideraciones hay que poner en cuestión el nivel de los políticos del Pisuerga, cuya visión global de la autonomía no es precisamente su mayor virtud. En España y por supuesto aquí no debería existir una sola área metropolitana de 100.000 habitantes que no dispusiese en sus cercanías de un aeropuerto. Los aeródromos son ya una infraestructura de transporte básica en las urbes y los viejos planteamientos que hacen de esta fórmula de traslado un artículo de lujo nos retrotraen a la aldea. Las cuatro primeras áreas metropolitanas en León y en Castilla han de tener aeropuerto porque rebasan de largo los 150.000 habitantes y, en el caso de León, que es la segunda, los 200.000.
Otra cosa es que los políticos de León no comprendan que, una vez que los henchidos pilotos han pasado a ser conductores de aviones y el rimbombante personal de tierra se ha convertido en portaequipajes, gasolineros, etc, el avión se haya vuelto un autobús volante. Si viajar a Londres de manera segura vale menos de 60 euros es que algo ha cambiado en el transporte aéreo. ¿Tienen nuestros políticos la perspectiva para entenderlo y actuar en consecuencia? Hasta ahora no han comprendido este cambio del entorno.
Por otro lado, puestos a cerrar infraestructuras deficitarias, podríamos empezar por la red AVE, las autovías y, sobre todo, por ese mastodonte que es el Centro Miguel Delibes de Valladolid, ese edificio cuya climatización cuesta una fortuna y que devora los presupuestos de cultura de la Junta para llevar actuaciones ultradeficitarias a Valladolid.
Por último, en este debate lo que subyace también es la mala gestión en las instituciones. Una vez más queda en entredicho la aptitud de unos gestores capaces de reducir en 4 años a la mitad el pasaje del aeropuerto leonés.

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