martes, 1 de noviembre de 2011

Fernández y la Crisis Política

La retirada de Francisco Fernández de la carrera política, pero sin renunciar a una desmesurada indemnización que no fue pensada para casos como el suyo, subraya la necesidad de un examen de conciencia en la política española. Fernández ha dejado clara su preferencia: el dinero. Si ponemos la atención en las anomalías de la provincia, los exalcaldes de Cacabelos y Valderas han dejado en la ruina las finanzas de sus ayuntamientos por una relación de gastos descabalada. Si lo hacemos sobre la semipública Caja España, parece que miembros del consejo de administración cobraron dietas o kilometrajes que no les correspondían.
La lista de casos de deshonestidades (que pueden ser legales) sería larga e innecesaria para llegar a la siguiente pregunta: ¿en qué se han convertido los partidos políticos en España? Nadie puede oponerse a que las dignidades públicas perciban salarios a la altura de su representatividad, pero ¿cómo puede repetirse tanto el impudor, la ambición económica por encima de todo, la gestión manirrota y hasta el trinque descarado?
Que nadie se llame a engaño: las cajas de ahorros, núcleo del problema bancario de España, han sido arruinadas por la intervención de los políticos, que determinaron sus consejos de administración. Sólo la férrea dirección académica en unos pocos casos ha permitido salvar del desastre a alguna de estas entidades, que solían repartir sueldos de lujo y créditos sin ton ni son entre sus mandatarios, y empleos entre los corifeos cercanos al poder. Además, los consejos de administración aprobaron grandes créditos de los que el departamento de riesgos informaba negativamente; préstamos para amigos ¿a cambio de qué?
Los ciudadanos están incómodos, protestan e increpan a los culpables. La resolución del escándalo de Fernández abre una puerta al sentido común: que cada uno asuma sus responsabilidades políticas y judiciales. Así lo reclaman los contribuyentes. Nadie entiende cómo actuaciones directivas abiertamente dañinas para las entidades ahora rescatadas no se ven correspondidas con la actuación proporcional de los tribunales. No se pide sangre ni venganza, sólo justicia.

No hay comentarios: