El año 2012 comienza con anuncios de reducción presupuestaria en todas las instituciones públicas. Es lógico, por más que algunos defiendan -con más voluntarismo que rigor- que se debe seguir gastando al mismo ritmo. Que no se puede consumir lo que no se tiene indefinidamente es una realidad en la contabilidad pública y privada, y que no se debe gastar más de lo que se ingresa sistemáticamente es una evidencia.
Es cierto que la adopción de estas medidas de recorte supone un esfuerzo y un desgaste importantes para los responsables políticos, al igual que para el resto de la población. Aunque haya quien lo menosprecie, la presión de la calle sobre los cargos públicos al tomar tantas medidas impopulares es poco agradable cuando no casi insoportable. En consecuencia resulta comprensible que el mensaje de los políticos se centre en intentar explicar las causas de estos tijeretazos en las cuentas públicas.
Sin embargo se ha vuelto crucial que los mandatarios no pierdan la perspectiva de la situación, ya que no están sólo para equilibrar las cuentas, pese a que sea esto lo más urgente. Si sólo pretendiesen cuadrar las finanzas públicas podríamos dejar los gobiernos en manos de gestores profesionales, más cualificados, en vez de responsabilizar a políticos. España ha de tener un proyecto a cinco años vista en el que se defina qué objetivos queremos alcanzar, qué relevancia debiera tener el País en el plano internacional y cómo vamos a lograrlo. Exactamente igual sucede con los municipios, y el Ayuntamiento de León no puede ser una excepción. Los ciudadanos queremos saber cuál es la aspiración del equipo municipal para esta ciudad a medio plazo, sin olvidar el equilibrio financiero que, sin duda, es necesario para realizar cualquier otro plan de acción.
Quizás no se pueda acometer ahora ninguna tarea distinta de la de recortar pero, precisamente por eso, puede ser el momento de reflexionar sobre el papel deseado para León en 2020, por ejemplo. Así se tendría claro cuáles serán las prioridades cuando se pueda invertir y dónde no hacer recortes drásticos porque se obstaculizaría el logro de las metas propuestas.
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