miércoles, 8 de febrero de 2012

Agricultura, Rentistas e Intervención

El campo leonés ha sufrido una gigantesca evolución que ha transformado la agricultura casi medieval de mediados del Siglo XX en un sector moderno y competitivo en el Siglo XXI. Uno de los factores fundamentales de ese cambio ha sido el aprovechamiento de las aguas de nuestra red hidrográfica en forma de regadíos. Las numerosas infraestructuras acumuladas durante más de medio siglo junto con una incomparable disponibilidad hídrica han permitido que León sea una de las más importantes zonas de regadío de España.
Las obras para extender los canales de riego aún continúan, pero hay zonas donde se están encontrando resistencia por parte de los propietarios. La realización de las obras requiere que una parte menor de la inversión sea aportada por el terrateniente, que en ocasiones se niega. En general se trata de casos en los que el campo es explotado en alquiler y, aunque los profesionales quisieran su conversión en regadío, los titulares no están dispuestos a asumir la inversión.
Si la agricultura fuese una actividad liberalizada, sin intervención pública alguna, la cuestión no pasaría de un debate entre ofertantes y demandantes, pero no es el caso. La agrícola es una actividad intervenida en la que los precios de los productos y las rentas de los agricultores se mantienen mediante recursos públicos. El precio de los terrenos y también su alquiler fluctúa en función de este mercado intervenido y abonado con dinero de todos. Por esta razón la postura de quienes se oponen a la transformación en regadíos de sus fincas es inaceptable.
Los terrenos agrícolas son objeto de interés general actualmente. La producción de alimentos es un sector estratégico que proporciona soberanía alimentaria al país. El esfuerzo colectivo que supone la trasposición del secano en regadío, fuertemente subvencionada, no permite tolerar actitudes individualistas que primen el interés particular. Las fincas que esté programado que se transformen en regadíos deberían ser enajenadas si el propietario se opone sin causa que lo merezca. No se puede permitir que el esfuerzo de todos se malbarate por el capricho insolidario de unos pocos.

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