martes, 19 de junio de 2007

Construcción: ¿Crisis o Ajuste?

Los indicadores de la construcción de viviendas parecen mostrar una desaceleración. Algunos opinan que eso no augura una crisis, pero la calle desconfía de su diagnóstico porque en ocasiones las autoridades económicas sostienen el optimismo para contener una caída de la actividad. Ante esta circunstancia podemos tomar perspectiva para extraer conclusiones propias.

Los últimos años el aumento del empleo, la inmigración y la tendencia a la soledad propiciaron el crecimiento de compradores de primera vivienda. Además la estabilidad laboral permitió a muchas familias concluir el pago de su morada, lo que impulsó la compra de otra residencia como hucha, o la adquisición y el traslado a una casa mejor. Por añadidura, el irregular comportamiento de algunos valores en la bolsa y la baja remuneración de las cuentas de ahorro apoyaron el traslado de los fondos hacia la compra de pisos. A causa de todo lo expuesto el sector de la construcción ha crecido desaforadamente.

La construcción masiva de viviendas propició una acumulación de fortunas sin precedentes. Se ha alcanzado un punto en que los mayores empresarios deciden diversificar. Consecuentemente unos entraron en nuevos sectores y otros optaron por invertir en la construcción en otros países. Esto sin olvidar que la mayor parte de los pequeños y medianos continuaban con su actividad clásica normalmente.

Tal panorama se mantuvo varios años, pero las circunstancias parecen haber cambiado. Los tipos de interés de las hipotecas han subido y los medios alertan repetidamente de cada aumento del precio del dinero. Pocos se han atrevido a responder que, en realidad, cada subida registraba aumentos decimales, es decir, poco significativos. En resumen, nos encontramos aún ante tipos bajos: en torno al 5%. Esto podría explicar las dificultades para llegar a fin de mes de quienes ya tienen una hipoteca y la suscribieron al límite de sus posibilidades hace unos años, pero no esclarece por qué se compran menos pisos nuevos. ¿Dónde está entonces el problema?

El precio de las viviendas, que aumentó porcentajes de dos dígitos anualmente, resulta ya disuasorio para una cantidad creciente de consumidores en España, puesto que los salarios han crecido menos que los beneficios empresariales y el poder adquisitivo decae.

Los ayuntamientos -que subastan el suelo para financiar su derroche- y las ganancias de los constructores -que no han ponderado prudentemente sus límites- han sobreelevado el precio de los pisos, pero los ellos mismos se alarman por un movimiento que contribuyeron a crear.

Por su parte, los consumidores empiezan ahora a buscar destinos alternativos para sus ahorros. En definitiva, no hay crisis; estamos sólo ante un ajuste, puesto que el dinero terminará por recalar en otros sectores productivos beneficiándolos.

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