domingo, 3 de junio de 2007

León necesita un plan

Una vez se va apagando el debate sobre los integrantes de las listas electorales con la difusión de las selecciones definitivas es tiempo de empezar a pensar en cuestiones como los contenidos de los programas electorales.

Podemos distinguir las propuestas según su finalidad. Por un lado están las que se incluyen con la pretensión de ser cumplidas, que suelen ser producto de la elaboración de los líderes de cada grupo. Éstas son las que van a diferenciar unos programas de otros. Un ejemplo sería el proyecto del tranvía leonés realizado por los socialistas.

Otro grupo reuniría aquellos enunciados que han sido recogidos entre colectivos y ciudadanos ajenos a los partidos. Ello hace pensar que se adoptan para atraer votos y dar cuerpo a la redacción programática, pero también que tienen pocas probabilidades de verse cumplidos. Determinados parques, ciertas dotaciones zonales o medidas de apoyo al asociacionismo se encuadran en esta calificación.

Una última categoría vendría caracterizada por cuestiones que son necesarias desde el punto de vista de una mayoría social y que, en consecuencia, todas o casi todas las formaciones podrían incluir. Se trataría de propuestas en las que debiera haber acuerdo entre todas las fuerzas, sea cual sea el resultado electoral, aunque, paradójicamente, corran el peligro de caer en el olvido al suscitar poco debate.

En este apartado se integrarían las vertidas por los ciudadanos haciendo un alarde de razones y argumentos. Es el caso, por ejemplo, de la liberación del espacio que ocupa el Instituto Juan del Encina como zona verde, expuesta por Cecilio Vallejo, que vendría a paliar el agudo déficit de áreas de esparcimiento abiertas de que adolece el casco antiguo y sus aledaños.

Otra propuesta que entraría dentro de la categoría de las imprescindibles es el encargo y formulación de un Plan Estratégico para la ciudad de León. La capital de esta provincia ha perdido categoría en los últimos años en el marco de la red española de ciudades. Una de las causas reside en la falta de objetivos comunes de sus fuerzas vivas, producto de un análisis técnico y sosegado sobre lo que es posible y, además, aconsejable para esta ciudad. León debería definir su vocación y sus ambiciones futuras de la mano de exégetas ajenos a la pugna política diaria.

Si León fuese capaz de tomar un camino con criterios propios podría recuperar parte de la relevancia perdida. Dado que nuestra clase política ha defraudado las expectativas sobre su capacidad de visión global es conveniente subsanar esta carencia cuanto antes. En consecuencia ésta puede ser una propuesta asumible por todos: León requiere un plan para acometer un futuro de liderazgo regional. La formulación de un Plan Estratégico puede ser la solución para salir del estancamiento.

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