viernes, 15 de junio de 2007

León y las Autonómicas

Las elecciones al parlamento autonómico se presentan definidas por tres fuerzas que tendrán representación en las cortes de Valladolid: el PP, el PSOE y la UPL. Nada parece indicar que los leoneses den entrada a otra formación en el legislativo autonómico.

En consecuencia la evaluación de lo que defiende cada partido respecto a León resulta sencilla, puesto que son grupos conocidos; pero aún facilita más este examen la observación de su actitud en la reforma estatutaria, donde se muestran las pretensiones que para León tiene cada uno.

Las elecciones autonómicas, a diferencia de hace veinte años, revisten mucha importancia, ya que estos ejecutivos gestionan más presupuesto que el gobierno central. Asimismo cuentan con más recursos humanos, y los principales servicios al ciudadano (educación, sanidad, etc) así como las políticas de desarrollo reposan mayoritariamente en su campo de decisión. Por esta razón la política autonómica es hoy mucho más relevante que la nacional en lo que a calidad de vida del ciudadano toca.

En primer lugar el PP mantiene la tesis de que nada debe cambiar. Según los populares León está bien como está y su visión del futuro es que esta tierra continúe en la senda actual, marcada en los últimos veinticinco años por un declive.

Si se tiene en cuenta que se trata de una de las etapas más negras de León, causa perplejidad tanta complacencia. Por ello son corresponsables de la falta de inversiones en sanidad, en patrimonio, del boicot al desarrollo industrial, de frenos al despliegue del aeropuerto, del desvío de fondos autonómicos de las zonas mineras, del bloqueo de transferencias al Consejo Comarcal o del borrado de referencias a León en la documentación educativa, económica, industrial, etc.

Los socialistas, desde la oposición, se han atrevido a dar tímidos pasos en defensa de la diferencia de León y de la necesidad de políticas específicas. Sin embargo no existe unanimidad interna en estas actuaciones y se desconoce el apoyo real a dichas iniciativas. Con todo es alentador que se hayan retirado algunos elementos retardatarios de los puestos decisorios.

Por último, los leonesistas defienden con claridad la necesidad de recuperar el poder de decisión de los leoneses sobre sus asuntos. Un proceso de transición interna inacabado aún transmite al elector cierta confusión por la ambigüedad de algunos miembros, pero a priori las intenciones son positivas y sin interferencias de Valladolid. Sin embargo suscita dudas el nivel de madurez de la formación, que parece caminar al rebufo de los acontecimientos en demasiadas ocasiones.

De todo ello se concluye que los leoneses no tienen una alternativa claramente ventajosa para el voto. Sólo el día a día en la pugna electoral va a mostrar los rasgos decisivos de cada partido.

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