domingo, 3 de junio de 2007

Elecciones: todos pierden

No hay duda de que hemos vivido unas elecciones en las que ningún partido ganó claramente. Por esta razón choca escuchar una vez más cómo se arrogan la victoria ante los medios de comunicación.

Se ha insistido en que el PP ha vencido en el conjunto de España porque reunió más votos que el PSOE. Dicha afirmación es absurda porque en tanto el voto no se traduzca en más poder político resulta inútil, y éste es el caso. Tampoco el PSOE ha ganado por tener más concejales, puesto que, al tener menos votos, ha debido vencer en poblaciones de menor entidad.

A más abundamiento, en ningún caso estos resultados pueden resultar un indicador, ya que los partidos mayoritarios han recibido entre 7 y 8 millones de votos cada uno, mientras que en las elecciones generales rebasan los 10 millones. Es decir, existe una bolsa de más de cinco millones de votos cuya distribución resulta desconocida y que podría modificar totalmente los resultados en unas elecciones generales.

En todo caso la participación ha descendido. Ello viene a poner de manifiesto que la gente se encuentra hastiada de las discusiones que dominan entre los políticos, que provocan cada vez más indiferencia. Este aspecto es grave y debería ser combatido, mucho más cuando los partidos mayoritarios habían puesto todo para movilizar a los votantes.

En cuanto a los resultados locales, el PP ha caído derrotado, ya que ni siquiera Silván ha conseguido igualar los votos de las elecciones anteriores. Ponferrada y Valencia de Don Juan son las excepciones a un panorama de resultados populares decrecientes. A partir de ahora las fracturas del grupo, ocultas durante unos días, aflorarán ante la búsqueda de culpables.

En el PSOE se manifiesta alegría por el triunfo en León ciudad, pero no es una victoria total porque ni con todos los recursos posibles -incluido el presidente del gobierno- se ha logrado la mayoría absoluta. Tampoco se ha vencido en la Diputación, pese al derroche de medios en la Provincia. Además la derrota de Villalba resultó abultada, por lo que dará paso a un nuevo candidato socialista que podría no ser leonés, lo que supondría una pérdida de influencia del PSL.

También la UPL maquilla como victoria una coyuntura que ha sido producto de la casualidad, no del trabajo propio. La aguda pérdida de votos salta a la vista, pero si se descuenta la contribución del MAS, que ya ha manifestado que va por libre, es aún mayor.

La irrelevancia electoral del tránsfuga confirma que el descenso leonesista obedece a errores propios y no a una división. La caída del 27% en las elecciones autonómicas merecerá un análisis profundo. El derrumbe en León y su alfoz es otro aspecto digno de examen.

Por último, la práctica desaparición del bercianismo remata una campaña que, en realidad, no ha dejado títere con cabeza.

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