martes, 10 de junio de 2008

El Interior del Nororeste

La visita a la vecina región gallega resulta de gran interés. Al margen de los abundantes atractivos turísticos de esa tierra, los leoneses podemos descubrir contrastes que alejan el tópico de la Galicia homogénea. Su territorio se presenta fragmentado en áreas que muestran una ocupación diferente. La zona que linda con el mar -banda costera de unos veinticinco kilómetros de ancho- agrupa a la mayor parte de la población. La concentración aumenta en el área más alejada de nosotros: el Eje Atlántico Ferrol-Vigo. Tras esta línea exterior aparece una línea montañosa, de no mucha altura, drásticamente despoblada. Más acá encontramos un interior que, si bien podríamos subdividir, a su vez, en varias partes, comparte algunos aspectos que le dan unidad; entre ellos la baja densidad de población y el escaso desarrollo económico. Esto resulta especialmente importante para nosotros, puesto que nuestra vecina es ésta y no la Galicia de la costa, un lugar, por otra parte, bastante distinto a nuestra tierra. Después de una visita, incluso poco detallada, podemos advertir que la política inversora de la Xunta de Galicia difiere entre estas zonas. El tratamiento de la costa es inversor, mientras que el interior no recibe la misma atención. Por otra parte, tras la publicación de los datos del censo de 2001 del INE, las alarmas han sonado. Galicia pierde peso a un ritmo intenso. Más de treinta conceyos han visto descender su tamaño en los últimos diez años. Sin embargo, sólo dos están en la zona costera. El resto, se encuentran en el interior y su regresión es, además, dramática. Baste un dato más como elemento de juicio: la provincia de Orense perdió un cuarenta por ciento de su población activa ocupada en los últimos veinte años. Esto se ha visto corroborado en el censo.

Y es que, a veces, la abstracción de la realidad que sufrimos, al no llegar noticias de lugares vecinos, hace que nos desentendamos de la evolución real de nuestro entorno. Conviene no olvidar que ese ámbito está integrado también por Orense y por Lugo. Los procesos de despoblación y desinversión que sufren esas provincias, además de la nuestra y de Zamora, deberían provocar una reacción en nuestras autoridades. Al hilo de esto la creciente desconexión de los débiles ejes de desarrollo del interior del nororeste -el lugar que León, Zamora, Orense y Lugo ocupan- tendría que ser causa de preocupación. Sería necesario inducir el acercamiento de los líderes locales para el análisis de los problemas comunes. La creación de un “foro del noroeste interior”, con presencia de ayuntamientos, diputaciones y otras instituciones representativas, podría servir de revulsivo para una amplia zona cuyos problemas son frecuentemente silenciados. ¿Habrá capacidad de liderazgo para convocar tal foro?

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