domingo, 29 de junio de 2008

La Renovación de los Pueblos

Días atrás visitábamos algunos de nuestros pequeños núcleos de población rurales. No pudimos evitar la apreciación de cuán poco atractivos resultaban para fijar la residencia en ellos. La causa es que León es una de las regiones más arcaicamente caracterizadas de la Península. Su cultura se elaboró sobre un sistema de poblamiento formado por pequeñas aldeas casi autónomas. En todas ellas ha existido una iglesia, cementerio, órganos de gobierno, derecho de costumbre, propiedad comunal y una economía de subsistencia, así como la agregación en torno a un sentimiento de pertenencia a la aldea y a la comarca. En este aspecto hemos tenido poco que ver con varias regiones vecinas como Galicia, el Campo Charro o Tierra de Campos. Esta sociedad se conformó como una colectividad de iguales, con poca jerarquización, lo que trajo aparejado un progresivo empobrecimiento relativo hasta el siglo XX. Los cambios económicos que llegaron con esa centuria favorecieron nuestras estructuras hasta alcanzar, a principios de los ochenta, niveles de bienestar notables en nuestros pueblos. Sin embargo, perviven muchas unidades de población de mísero aspecto, desordenadas, apenas urbanizadas y sin práctica capacidad de atracción .
Los tiempos actuales traen nuevas espectativas y el campo leonés se despuebla. Los cambios en la forma de vida de los leoneses comienzan a ser notables. Pronto dispondremos de más de cuatrocientos kilómetros de autovías, lo que hará plenamente disponibles los servicios urbanos desde una gran parte de la región. Además, todo indica que a los leoneses nos gusta invertir en patrimonio inmobiliario, un valor refugio, indicado para gente con mentalidad ahorrativa como nosotros. Por otra parte, en los últimos años se observa el crecimiento de un fenómeno singular: el de la doble residencia. Cada día más paisanos viven en el ámbito urbano en los meses fríos y en el campo, próximo a las ciudades, en verano. Este cúmulo de circunstancias abre una nueva oportunidad para la proyección de muchos de nuestros pueblos hacia el futuro. La capacidad de sus pobladores y dirigentes para mejorar el aspecto de estos lugares, el asfaltado, la armonía de las construcciones, los accesos, la calidad del agua, la depuración de efluentes, el alumbrado, el traslado de las actividades molestas fuera de los cascos urbanos, a polígonos habilitados para ello, la definición de un centro del pueblo donde se acumulen los servicios, la conservación e integración de elementos singulares, etc , centrarán la demanda de suelo residencial en unos núcleos e ignorará el resto. La visión y la capacidad de asesoramiento de los munícipes y pedáneos va a desempeñar ahora un papel decisivo. ¿Habrá recursos intelectuales y flexibilidad para dirigir eficientemente ese proceso?

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