domingo, 29 de junio de 2008

León y el Mapa Energético

La Provincia de León arrastra tras de sí una larga historia de producción energética. Comenzó con el aprovechamiento de la fuerza de los numerosos cursos fluviales que la cruzan en miles de molinos, en herrerías, en batanes o en actividades mineras, para llegar a nuestros días con una industria eléctrica basada sobre todo en la producción térmica. El norte, nuestro ámbito, concentra un conjunto de centrales de combustión de carbón (As Pontes, Anllares, Compostilla, La Robla, Aboño, Soto, Lada, Velilla, etc) que han constituido la base del sistema eléctrico español durante varios decenios. La actividad económica generada por estas instalaciones ha permitido alcanzar niveles de vida muy dignos en zonas remotas de nuestra geografía. El propio proceso de urbanización en El Bierzo le debe mucho a las centrales, de modo que la configuración como ciudad de Ponferrada no se puede entender sin aquéllas. Actualmente las circunstancias que dieron pie a la expansión económica en las áreas con abundantes reservas de mineral están cambiando. La combustión de la mayoría de nuestros carbones es contaminante además de cara. Nuestras térmicas adolecen de una mala ubicación para aprovechar el consumo de carbón importado a largo plazo. Además, la población local comienza a mostrar resistencia al inevitable y masivo paso de camiones entre las centrales y los puertos de mar, por donde llega parte del mineral.
La aparición del gas natural como fuente energética alternativa está provocando la redefinición del mapa eléctrico. Se trata de una fuente de calor más limpia y barata que la local. Por otra parte, ciertas compañías, acuciadas por las permanentes pérdidas en el transporte eléctrico, esperan poder situar en las costas mediterráneas, donde la demanda crece desaforadamente, generadores en un corto plazo. Otros proyectos, como el “Bahía de Vizcaya”, se crean en pos de una autonomía energética, además de política. Así, hasta Enero contabilizábamos hasta treinta y una centrales en proyecto en Andalucía y el área mediterránea. En el proyecto vasco cinco más. El resto de España contaba sólo once. Los fines de esta fuerte inversión son subsanar el déficit que se ha originado ante la evolución creciente de la demanda, localizar la producción cerca de las áreas de consumo y sustituir progresivamente las centrales con tecnologías sucias por otras con ellas más limpias. En este marco León y todo el noroeste tienen un reto que a nuestros partidos políticos parece pasárseles por alto. De nuestra capacidad de respuesta y de la rapidez con que se disponga de las nuevas infraestructuras va a depender la amortiguación del negativo impacto de este escenario emergente. ¿Habrá capacidad en nuestros representantes para afrontar adecuadamente el nuevo entorno energético?

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