lunes, 22 de diciembre de 2008

La Sinrazón del Tren Veloz (2000)

Desde hace algunos meses tenemos la oportunidad de seguir a través de todos los medios de comunicación provinciales manifestaciones de diversa índole a favor del recorrido del tren veloz a Galicia a través de una zona u otra. Parece que, una vez más, la definición de infraestructuras esenciales para el desarrollo -y tremendamente caras- va a quedar al albur de una decisión política, que estará influida por la capacidad de movilización de las distintas áreas. Así pues, todo hace pensar que el tren veloz será para los políticos más una bandera que agitar ante los electores que un elemento para la discusión razonada. Sin embargo este tema merece un análisis frío que, a juzgar por lo sucedido hasta ahora, no está teniendo lugar en la provincia de León.
Puesto que en el trazado de los accesos a Galicia se han impuesto decisiones políticas -como la muy discutible de construir la autovía “Rías Bajas”- es tiempo de reclamar racionalidad en las nuevas inversiones. La red de comunicaciones no debería transcurrir por zonas desérticas si los ciudadanos del noroeste deseamos que sirva para impulsar el crecimiento económico de nuestro territorio. Por otra parte no podemos admitir que se tome el noroeste como un mero lugar de paso. Las infraestructuras en general y el ferrocarril en particular deben tener trayectorias útiles y de cobertura suficiente para la población, independientemente de dónde comience o termine la línea. De lo contrario el noroeste se convertiría en una especie de soporte para las traviesas y vías que van de Valladolid a Vigo o a La Coruña.
Es en éste último aspecto donde más se ha de profundizar y sobre el que precisamente están dando una lección los ayuntamientos gallegos del corredor Ponferrada-Monforte a sus homólogos leoneses. Como muy bien han expuesto, el TAV (Tren de Alta Velocidad) va más rápido (350 kms/h) que el TVA (Tren de Velocidad Alta, 250 kms/h), pero sus vías no están adaptadas para el transporte de mercancías, por lo que no es útil para el corredor que nos ocupa. El número de paradas ha de ser mínimo durante el trayecto del TAV, que, por supuesto, no puede parar en poblaciones de diez o veinte mil habitantes. Por esta razón el TAV no sirve para el modelo de desarrollo que más conviene al noroeste, ya que es característico de nuestro solar estar ocupado por una gran cantidad de núcleos, algo totalmente diferente a lo que se observa más al sur. Se puede argumentar que en Centroeuropa sucede lo mismo, y es cierto, pero nadie puede comparar la calidad de sus redes alternativas de comunicaciones con las nuestras.
El TAV es un tren adecuado para unir Madrid y la costa gallega con pocas paradas intermedias (dos o tres a lo sumo) puesto que ése y no otro es su objetivo. La cacicada de trasladar el desvío hacia Galicia desde Medina del Campo (donde siempre estuvo planificado) hasta Valladolid puede suponer, si se confirma, una carga más para ese trayecto y, quizás, el final para el proyecto de estación en Zamora. El noroeste poblado no debe reclamar ese tren porque si no tiene estaciones en Astorga, Bembibre, Ponferrada, Monforte de Lemos o El Barco de Valdeorras no nos sirve. Desde luego un TAV nunca tendría esas paradas: sus 350 kms/h de velocidad necesitan espacios de más de cien kilómetros entre estaciones.
El tren que necesita el interior asturgalaico es una vía de uso para mercancías y pasajeros (no dos vías, puesto que el volumen de tráfico potencial no lo justifica) con una velocidad máxima de 250 kms/h. Los leoneses, lucenses, orensanos y asturianos aspiramos a un tren que comunique mucho más que las tres o cuatro ciudades principales del área. Es hora de que alguien diga que para eso no es necesario un ferrocarril que permita alcanzar los 350 kms/h.
Por otro lado hay un tema que importa aún más: el plazo de construcción. La puesta en marcha del tren de velocidad alta en nuestro territorio debe ser anterior a la de alta velocidad o, como mucho, simultánea. No se puede repetir el retraso de 15 años que hemos sufrido en la red de autovías respecto al Ebro, al Mediterráneo y al Sur.
La frivolidad de adelantar una inversión de cientos de miles de millones como la Alta Velocidad -que sólo beneficia a cuatro o cinco ciudades- respecto a otra que con unas cuantas decenas de miles de millones puede dejar mucho más cohesionado todo el noroeste español es incompatible con cualquier planteamiento racional. Asistimos a la locura entre las autoridades autonómicas y estatales exigiendo prioridad para una conexión previa entre Madrid y Valladolid que cuesta más que la reforma de toda la red del noroeste para su conversión a velocidad alta.
Los políticos de León debieran saber que no es conveniente entrar a todos los capotes que les ponen desde otras zonas porque nosotros también tenemos nuestros propios intereses y conveniencias. En el caso del tren veloz todos los partidos de León se están comportando como novatos, los sindicatos están haciendo un papel que no les corresponde, y los técnicos ...¿dónde están los técnicos?.
León reclama un nuevo ferrocarril, pero el que interesa a los leoneses, y con la racionalidad que hasta hoy se le ha negado. Quizás debieran venir los políticos de Valdeorras a darnos unas clases, o quizás sea que los de Valdeorras son más de León que los de aquí. En esta tierra de dislocada configuración política sus principales valedores se pueden encontrar fuera de ella en más de una ocasión. Nada justifica que el tren veloz de León sea reclamado tarde, mal y sin una posición meditada y madura.

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