sábado, 27 de diciembre de 2008

Regadíos, Política y Manipulación (1999)

Todavía está reciente el alboroto provocado por las manifestaciones de algunos directivos de la Confederación Hidrográfica del Duero acerca de la falta de interés de los agricultores por el regadío. Lo que venían a decir tales dirigentes era que, tras realizar una encuesta a los propietarios de las zonas potencialmente regables del área de los Payuelos, los trabajadores del campo de esa comarca manifestaban su desinterés por regar.
Han corrido ríos de tinta sobre este tema, pero llama la atención que el debate no haya entrado a discutir las cuestiones de fondo. Por ello creo que es necesario aportar una visión diferente de cuál es la situación en esta y otras comunidades de la Provincia de León.
Como es bien conocido, en los años ochenta, tras una batalla campal -perfectamente orquestada por terceros- entre unas comarcas de montaña y otras comarcas de las vegas medias de nuestra red fluvial, tiene lugar el cierre del embalse de Riaño. La ejecución de obra para el aprovechamiento hidroeléctrico fue rápida. El desarrollo de las necesarias para regar, independientemente de la administración responsable, han sido tan lentas que aún no estarán listas el decenio próximo. Sin embargo, el compromiso de las administraciones con todos los contribuyentes fue liquidar una comarca, la de Riaño, a cambio de la potenciación de otras. Sin ese pretexto jamás hubiesen conseguido terminar el embalse.
Durante ese largo periodo de tiempo el número de agricultores en activo ha caído aceleradamente. Mucho más lo ha hecho en las zonas de secano, en las que el valor de la producción por hectárea ha decrecido hasta cifras desconocidas históricamente. Este proceso ha provocado que las explotaciones con planteamientos más empresariales hayan intentado ganar la carrera de la rentabilidad adquiriendo cada vez mayor tamaño. Una dimensión necesaria para obtener ventajas de las economías de escala y rebajar sus costes por hectárea más rápido que lo que caían sus ingresos.
Por otra parte, la edad de muchos agricultores, en activo cuando se luchaba por el cierre de la presa, ha alcanzado al día de hoy los 55 ó 60 años cuando no cifras mayores. En estas etapas vitales las perspectivas de un agricultor son distintas a las que se tienen con 15 años menos. Los mismos que clamaron por el cierre del embalse ayer no están hoy dispuestos a afrontar el coste de unas inversiones y el cambio de unos hábitos de trabajo para un periodo laboral relativamente corto.
Pero no es éste el mayor problema. Lo cierto es que muchos de los antiguos agricultores son dueños de la tierra, pero ya no la explotan como tales. La arriendan a otros agricultores, los que han seguido creciendo, con más visión empresarial o con más apetencias profesionales. ¿Saben por qué?. Porque les es muy rentable. A pesar de que el valor de la producción agraria a precios de mercado es muy bajo, existen unas subvenciones de la Política Agraria Comunitaria, la famosa PAC, que se aplican sobre la superficie cultivada. El efecto perverso que eso tiene es que, al subvencionarse a la superficie y no al productor, el valor de las rentas del suelo ha subido. Sin embargo ese artificioso crecimiento de los alquileres que sufre el agricultor profesional -y del que se benefician unos señores que ya no son agricultores sino rentistas- es pagado en realidad por la subvención. Es decir, los contribuyentes estamos pagando a unos señores que poseen la tierra, pero que no la utilizan, un dinero destinado a incrementar las rentas del agricultor profesional.
¿Y qué relación tiene esto con Riaño?. Lo comprenderán fácilmente. Cuando la encuesta sobre el deseo de regar se hace a un profesional del campo responde de forma positiva a la implantación del regadío. Cuando se le pregunta a un arrendador, es decir, a la mayoría de los dueños de la tierra en la zona de Payuelos, responde de forma negativa. La ejecución del plan de desarrollo de un regadío supone inversiones por parte del poseedor del suelo. ¿Qué necesidad tienen estos señores de hacer inversión alguna?.
Indudablemente, si la tan traída y llevada encuesta se ha hecho a la totalidad de los dueños de fincas del área Payuelos sólo buscaba un fin: justificar la no ejecución del plan en la zona.
Los contribuyentes, todos, no sólo los agricultores, debemos tener en cuenta que la agricultura a precios del mercado internacional no es rentable con las estructuras que predominan hoy en España. El ser agricultor es, prácticamente, una concesión administrativa puesto que se trata de una actividad cuya supervivencia, hasta que se transforme totalmente esta profesión, depende de la aportación de subvenciones. No se puede permitir que la última palabra sobre el destino agrícola del suelo y su transformación o no en regadío dependa de un colectivo, el de los rentistas, en el que predomina un criterio especulativo a costa del dinero público.
Por otra parte, mantener a una parte de la población en áreas rurales es imprescindible para sostener los equilibrios necesarios en el sistema de ciudades y para explotar cuantos recursos se encuentran disponibles en el territorio. Los leoneses tenemos que saber que no nos conviene despoblar amplias zonas de la Provincia. Lo sucedido en Riaño, Vegamián y Los Barrios de Luna ya ha supuesto un sacrificio suficiente para saber en qué han quedado sus comarcas a pesar de promesas oficiales de reactivación y apoyos testimoniales. Su inmolación sólo estará justificada si llega un beneficio mayor a cambio.
En este sentido consolidar las explotaciones entre 150 y 500 hectáreas del secano de Payuelos es muy importante para sostener la economía y la población de esas zonas. Desarrollar agricultores especialistas en regadío en torno al Cea puede ser clave para la fijación de servicios en esas áreas. Para ello sólo hay dos soluciones: acabar con la especulación en las rentas de fincas y poner en regadío tanto terreno como se pueda.
Riaño se cerró, pero con condiciones. Las condiciones para cerrar Riaño, la puesta en regadío del Páramo de Payuelo, no han prescrito. Las instituciones quieren romper unilateralmente el trato, pero el sentido común no entiende de cambios ministeriales. León tiene ahora el derecho y la palabra.

No hay comentarios: