miércoles, 24 de septiembre de 2008

Elogio del Pedáneo

Durante los últimos meses he tenido la oportunidad de cambiar impresiones con algunos de los pedáneos de nuestra provincia. Los presidentes de las Juntas Vecinales, los hombres elegidos por el común de nuestras aldeas y pueblos para representarlos, moderar sus reuniones y tomar decisiones, son los herederos de la democracia pura, la del concejo. En pocas regiones existe un representante con igual o más legitimidad que éste. Los alcaldes, sucedáneos de la auténtica autoridad -la delegada, repito, por el concejo de vecinos- e impuestos por la democracia representativa que, como españoles, nos hemos dado, son, en muchos aspectos, una mala copia de esta figura.
Los presidentes de nuestras localidades pasan en muchos casos por un mal momento. La dificultad de trabajar, sin remuneración alguna, por la mejora de sus pueblos con la obstrucción de algunos ayuntamientos, donde se erige el reyezuelo de turno, y aislados en medio de un vecindario demasiado envejecido para aportar una perspectiva inteligente, trabajo, colaboración, ambición para el futuro del pueblo o, simplemente, contribución económica, agota la voluntad de nuestros arrojados pedáneos en muchos rincones de la región leonesa. No es tanto la cantidad de trabajo que un puesto de este tipo supone, como la falta de reconocimiento o, incluso, los ataques personales de una minoría cerril, los que agotan la paciencia del electo. La ausencia de una actitud favorable desde los poderes oficiales hacia esta institución ha llevado la desorientación a nuestras gentes, lo que conduce al bloqueo de la gestión vecinal y al agotamiento moral de los pocos jóvenes que en los pueblos de León quedan.
Sin embargo, la pedanía como órgano en que los miembros de una comunidad se implican en su futuro, es una herramienta esencial para conseguir la pervivencia de muchas de ellas. Este cargo, entre otras variables, ha evitado que los 1.400 pueblos que abarcan nuestro solar sigan habitados en su mayoría, al contrario que en otras regiones, donde la desaparición de numerosos núcleos ha transformado amplias extensiones en desiertos. Son aquellos pueblos donde el pedáneo es más eficiente y en los que los vecinos más participan, los que sobrevivirán los próximos años. Es preciso reconocer a todos los pedáneos que son piezas clave del sistema de poblamiento leonés; que cada pueblo necesita un liderazgo para proyectarse hacia el futuro y que ellos tienen la responsabilidad de ejercerlo. ¿Somos conscientes los leoneses de lo que significaría el fin de nuestras pedanías? ¿Tenemos una idea de su importancia real para evitar el declive de esta tierra?

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