martes, 16 de septiembre de 2008

La Rosaleda

El equipo municipal de Ponferrada ha hecho públicas sus intenciones para urbanizar un gran espacio de suelo liberado creando una barriada de nueva creación que han dado en denominar "La Rosaleda". El proyecto ha sido expuesto bajo un aluvión de críticas de todo signo, lo que es positivo por cuanto demuestra un grado de participación social inusual en la ciudad. El plan se encuadra en el proyecto urbanístico global para Ponferrada de Ismael Álvarez y su equipo, planificación que, hasta el momento, se ha mostrado como exitosa. Bajo esa perspectiva deberían exponerse las críticas.
La nueva urbanización pretende crear un espacio para 15.000 ponferradinos. Esa idea, que a algunos les parece descabellada, no lo es tanto: se trata de una cuestión de fé en el crecimiento de Ponferrada y de poner los medios para que lo haga. Mejorar el atractivo de la ciudad, desarrollar el polo logístico, dotar adecuadamente el espacio industrial, fijar la población de la comarca que hoy se va a las capitales de provincia vecinas y tomar cartas en el asunto de la autovía a Monforte pueden ser elementos clave para hacer de la ciudad un centro de cien mil habitantes. Ponferrada tiene un gran potencial y ha de haber alguien con la visión sufuciente para sacarlo a relucir.
Sin embargo, la plasmación en papel de la idea arroja aspectos menos positivos. El núcleo del proyecto es una calle muy ancha, rectilínea, con la amplia mediana ajardinada y dos kilómetros de longitud. El centro de la urbanización es, por tanto, una autovía por la que los vehículos irán a gran velocidad y que actuará como aislante entre las dos alas y el jardín central. Nadie llevaría a un niño a jugar o a pasear a un espacio como ése. Conviene que los redactores repasen algunos conceptos básicos: las largas avenidas y los edificios altos aumentan la sensación de distancia, reducen el atractivo para el paseo e inducen la evacuación de los viandantes hacia la trama callejera lateral. Si a esto se suma la imposibilidad de llenar los bajos de las viviendas con comercios tendrán ustedes una corredor desangelado y sin atractivo. Sugiero a los lectores que se den una esclarecedora vuelta por algunas zonas similares de Eras de Renueva, en León, de la Huerta del Rey, en Valladolid, de Torre Cerredo, en Gijón o de La Albericia, en Santander. Ciertos principios del urbanismo son olvidados aquí, o las pretensiones del proyecto son distintas a las expresadas. ¿Asistimos, pues, a un diseño fallido?

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