lunes, 2 de febrero de 2009

Expectativa de la Provincia de León (1995)

La lectura diaria de los titulares periodísticos sobre León es demoledora. Nuestra prensa, como los ojos de las personas, es el espejo del alma cazurra, la expresión pública de la actitud colectiva de esta tierra. Nos refugiamos con lujurioso placer en la hecatombe económica regional que día a día destila puñales de crisis sobre el tan victimista unas veces, víctima otras, paisano leonés. Este Pueblo mantiene un secular vicio: plañir, llorar, autocompadecerse y echar las culpas al prójimo de todo lo malo y hasta del lado malo de lo bueno. Será ésta mi última queja para evitar los mismos errores que critico. Los leoneses, como decía, somos de natural pesimista y de vez en cuando es necesario bajar a las cifras para hacer un examen real de dónde nos encontramos, cómo hemos llegado ahí y qué podemos hacer para alcanzar nuestros objetivos comunes. León es una provincia con más de medio millón de habitantes, lo que en su condición de provincia interior, norteña y sin sedes autonómicas, la convierte en la más poblada de las que presentan iguales condicionantes. Esta situación viene siendo así desde siempre. Ya en la etapa romana resulta chocante la altísima cifra de población de la Asturia para su época (un territorio que abarcaba la casi totalidad de las actuales provincias de Asturias y León y partes de Zamora, Orense y Tras os Montes ). Por otro lado, el modelo de distribución de la población leonesa aún hoy resulta disperso. El área periurbana de la capital no llega a concentrar al 40% de la población provincial. Poquísimo comparado con el núcleo central asturiano (más del 70%), el cántabro (más del 60%) por no hablar de extremos como el castellano (Valladolid cercano al 90%). No creo que saturar de datos esta lectura nos sea más útil por lo que voy a evitar más números y a dar mi primera conclusión: León es, de este modo, una Provincia con capacidad para mantener una población muy alta y dispersa en función de los recursos que han existido sobre ella históricamente.
Presenta una red densa de cabeceras de comarca similar a la de regiones vecinas del Nororoeste. La mayoría cuentan con dimensión superior a los 3000 habitantes, masa considerada crítica para poder garantizar la oferta de unos servicios mínimos a su comarca. Esta estructura es incluso anterior a la existencia de la minería del carbón y a los regadíos; frutos ambos de una coyuntura que también ha sido ventajosa en otras provincias o regiones con las que nos podemos parangonar. Cuando llegan los años 50 y 60 la Provincia alcanzó el techo de población de toda su historia: casi 600.000 habitantes. Pero eso se debe a que concurrieron simultáneamente varias circunstancias favorables que abonaron ese crecimiento. Se insiste en comparar nuestra situación actual con la de los años 50 a 70. Nada más falto de rigor para demostrar lo mal que supuestamente nos encontramos.:
-La política natalista hizo repuntar la población y la necesidad de alimentos. León los producía en gran cantidad.
-Entran en servicio varios regadíos como los del Páramo. La capacidad de producción aumentó todavía más.
-Se explotan las minas de todo León a plena capacidad para los medios técnicos de la época. -La paridad internacional de la peseta, recién recuperada en los 60, permite que España disponga de mano de obra muy barata para la producción en el sector primario, el que sobresale en León. Abastecemos una fuerte demanda interna en plena autarquía económica. -En el 52 se alcanza la renta per cápita del año 35 con lo que se considera finalizada la posguerra. Empieza el despegue económico, pero aún no comenzará la eclosión industrial que fomentarán los planes de desarrollo (el primero 1958-61) por lo que la emigración a las ciudades agraciadas aún no sería masiva. Eso creó presión para mejorar los sistemas de explotación agrícola en León.
Como se puede apreciar todo estaba a favor. Era una situación que podemos describir como atípica. Perdida la oportunidad de FASA-Renault por la torpeza de un Presidente de Diputación con pocos conocimientos de economía, dar continuidad al despegue era difícil. La ocasión desperdiciada fue especialmente importante si consideramos que determinó la desconexión entre sí de todos los grandes ejes de desarrollo posteriores que articularían el Noroeste, tal y como se expone hoy en el Plan Director de Infraestructuras: Onzonilla-Mieres-Oviedo-Gijón y Onzonilla-Astorga-Ponferrada-Monforte con los subejes Lugo-La Coruña, Orense-Vigo y Chantada-Santiago. En el País Vasco, Navarra, Aragón y La Rioja (el eje del Ebro), por ejemplo, se darán cuenta de sus propias prioridades y hacen sus propios planteamientos. La falta de cohesión de este área económica, sin centro de gravedad, ha contribuido de forma decisiva a que el Noroeste se descolgase de la España desarrollada desde los años 70. A estas alturas el amable lector se preguntará si aún me quedan motivos para el juicio positivo. La respuesta es sí y las razones son éstas: León no puede ser comparado con los parámetros de regiones del área mediterránea porque no es nuestro entorno. Tampoco con las medias españolas porque están determinadas por las 4 autonomías que acaparan el 60% de la población española: Andalucía, Cataluña, Madrid y Valencia. ¿Cuáles son las referencias? Lugo, Orense, Asturias, Cantabria, Palencia, Valladolid (provincia, no la capital), Zamora y en menos medida el resto de Galicia y Tras os Montes en Portugal.
No hay que ser un lince para saber que, con los datos de Banesto, el BBV, las Cajas de Ahorros o cualesquiera otros en la mano, Lugo, Orense y Zamora están entre las Provincias más pobres de España. Asturias y Cantabria sufren una crisis atroz.
Así alcanzamos una nueva conclusión: la Provincia se haya inscrita dentro de la zona económica noroccidental de la Península, la que podemos llamar galaico-astur. En otras palabras, tenemos mucho más que ver con Galicia o Portugal que con Valencia. Sin duda muchos lectores se preguntarán cómo crece el centro de la autonomía: reuniendo la población en una zona polar (Palencia-Venta de Baños y Valladolid-Laguna de Duero) despoblando el resto del territorio. De esta manera el mero crecimiento capitalino aparenta un crecimiento provincial. No deja de ser un sistema que desaprovecha recursos y alimenta un aparato funcionarial que se autosostiene. León, en el concierto de provincias de su entorno, se sitúa en la banda de desarrollo más alta. Sin duda muchos lectores estarán pensando que no digo más que evidencias, pero les lanzo la siguiente pregunta: ¿se actúa políticamente bajo esta premisa sobre León? Lo dudo.
No es ya un problema de que el presidente de la Junta de Castilla y León sea un señor de Soria, provincia en la órbita de Zaragoza. Insisto, no es un debate autonomista la cuestión de fondo. La clave es que se ha de optimizar el uso de unos recursos públicos muy escasos ya que se carece de capacidad de negociación con el estado. Armar de corredores el noroeste es fundamental y se debe profundizar en ese análisis. La posibilidad de convertir ciertas zonas de la llanura castellana vieja en bisagras, nudos de comunicación entre áreas industriales, pasa por fortalecer esta línea.
La última alternativa para la duda podría ser la autovía “Rías Bajas” entre Benavente y Vigo, que trabaja contra el fortalecimiento de la línea Onzonilla-Ponferrada. Cualquier plan de desarrollo del Noroeste español pasa por ésta y no por aquélla. El eje atlántico Lisboa-Oporto-Vigo-la Coruña, auténtica obsesión de la Xunta, carece de funcionalidad si no hay una salida norteña para los productos industriales. Casi 150 kilómetros de despoblados y un larguísimo periodo de ejecución por su gran longitud y las dificultades orográficas anulan la bondad de la Rías Bajas. Sólo el empecinamiento de algunas personas del partido en el gobierno la sostienen. Ello a pesar del criterio en contra de los técnicos de todas las administraciones y del gobierno autonómico gallego. Recapitulando, hemos dicho que León no está menos desarrollado que su entorno, si acaso más que Lugo, Orense y Zamora. Nos queda un último detalle a considerar. El dinamismo empresarial de León, tan denostado en las barras de los bares, es contrastadamente alto. Si desean comprobarlo repasen provincia por provincia los datos de población activa desocupada (paro real), población activa ocupada y número de licencias comerciales(empresas) en este área. También apreciamos que la evolución es sólo peor que la de provincias despobladas del entorno en las que ya no quedan comarcas que desmantelar. Descubrimos que Zamora o Valladolid, con mucho más paro relativo, producen muchas menos empresas, o sea, son menos dinámicas, y que León está en el grupo de cabeza de los emprendedores. ¿Casualidad? ¿Chauvinismo? Pura y simplemente cifras, que valen más que un titular de desilusión.
En las Jornadas de Motivación Empresarial “Conocer para Emprender” del 93 realizadas en las universidades de León, Salamanca y Valladolid, fue la primera la más exitosa por la gran participación de su alumnado a pesar de ser con mucha diferencia la de menor dimensión.
Supone quizá una buena expectativa, pero sólo si sabemos elegir a nuestros gestores y despedimos en las próximas elecciones a quienes sólo están para medrar en la política. Alguien se preguntará en qué se diferencia un gestor de un político. Los que inauguran parques tecnológicos que no existen o canales de regadío que revientan a los dos días, todo ello justo antes de las elecciones son políticos. Son, en definitiva, mercenarios del voto, toxicómanos del poder incapaces de trabajar. Sujetos que no consideraron al presentarse en las listas electorales la razón fundamental para estar en ellas: antes de pedir el voto pensar para qué se pide. Los gestores harían realidad el aeropuerto civil de La Virgen de Camino, la autovía Astorga-Burgos, la vía rápida a Portugal por La Bañeza, la autovía Ponferrada-Monforte…

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