domingo, 7 de octubre de 2007

Agricultura: Nuevo Orden

León asiste cariacontecido al debate autonómico mientras el panorama económico para los próximos meses se nubla. La inestabilidad podría tener consecuencias contradictorias en el devenir de León. Además, resulta más relevante porque puede condicionar el resultado de la elecciones generales.

Un elemento central de incertidumbre es el precio de los alimentos, que va a sufrir un notable ascenso. Para entenderlo hay que explicar que los productos agrarios, base de la mayoría de estos artículos, están experimentando un disparatado crecimiento en los últimos meses.

Así encontramos que la leche, que a principios del año se pagaba a unos 30 céntimos por litro en origen, cuesta ahora unos 50. Se prevé que a finales de este año pueda rondar los 60 céntimos, es decir, un 100% más que hace un año. Esto podría llevar el precio al consumidor a alcanzar 1 euro por litro.

Por otra parte, el trigo, que se contrataba otros años en cifras próximas a 12 céntimos el kilo, se acerca a los 24, con previsiones que apuntan más allá de los 35 en enero. Lo mismo podríamos aplicar a otros productos como la cebada o el maíz, que alcanzan cotizaciones sin precedentes.

La explicación de este aumento de los precios se había centrado inicialmente en la necesidad de grandes cantidades de cereales para elaborar biocombustibles, pero esta causa se ha desvanecido. Al crecer el coste de las materias primas las fábricas se han visto obligadas a detener su actividad. De lo contrario estarían produciendo carburantes más caros que los derivados del petróleo.

Entonces, ¿a qué obedece esta escalada de precios? Parece ser que el rápido aumento de renta de los países asiáticos emergentes -especialmente China- impulsa hábitos de consumo similares a los occidentales. Los orientales comienzan a demandar productos lácteos o basados en cereales diferentes del arroz. Dado que el aumento de su poder adquisitivo es rapidísimo y que son cientos de millones de personas a la vez, el empujón que ha sufrido la demanda de estos alimentos ha impedido el reequilibrio. Por añadidura, estas producciones son allí residuales.

Los efectos de esta situación se traducirán en un aumento de la inflación en Europa. Éste podría ser contestado por los bancos centrales con una subida de los tipos de interés de referencia que, a su vez, podría desencadenar dificultades en los consumidores para atender sus créditos.

Por otro lado, si estos hábitos alimentarios se consolidan en Oriente podríamos encontrarnos ante un cambio estructural del sector agrario. Es así porque resultaría imposible satisfacer el aumento de la demanda mundial con los recursos disponibles, lo que impulsaría los precios permanentemente. En consecuencia, esta turbulencia puede suponer un cambio favorable para el sector agrícola leonés.

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