miércoles, 26 de septiembre de 2007

Cistierna

Cistierna es una pequeña ciudad. Se trata de la más nororiental de la Provincia de León y se encuentra en una profunda crisis. La evolución del censo de esta villa resulta esclarecedor. La población municipal rebasaba en el año 1996 los 4.500 habitantes. En el padrón de 2005 constaban 3.863.

La importancia de Cistierna reside en que es la mayor población de un gran área que abarca desde Potes hasta Mansilla de las Mulas, y desde Velilla del Río Carrión hasta La Robla. Se trata de un espacio enorme que carece de un centro de servicios capaz de satisfacer las necesidades de sus escasos habitantes.

Uno de los déficit más notables de Cistierna eran sus comunicaciones por carretera. El eje subcantábrico, en avanzado estado de desarrollo, ha venido a subsanar este defecto parcialmente. La comunicación con la futura autovía León-Valladolid es la solución pendiente más notable. Por otra parte, los enlaces con los valles del norte, a través de la presa, son mejorables, aun cuando sea imprescindible limitar el impacto ambiental.

Sin embargo no son las comunicaciones el aspecto decisivo que pueda resolver el futuro de Cistierna. Tampoco las empresas del mermado polígono de Vidanes. La llave del progreso está en la propia ciudad. Se trata de un casco urbano escasamente atractivo donde nadie acudirá a vivir.

La nueva circunvalación es una oportunidad para integrar su calle central como una arteria interior. En Cistierna falta un auténtico centro urbano, un polo magnético, una zona con alta densidad de población, construcción cuidada, zonas para los peatones, mobiliario urbano atractivo y organización apropiada a los usos comerciales.

Parece como si la ciudad no creyese en sus posibilidades. Es llamativo que se insista en lemas como “puerta de los Picos de Europa”, que están tan lejos como Mansilla de las Mulas o Cármenes. Hay una omisión acomplejada del valioso patrimonio que rodea y da entidad a Cistierna.

Va siendo hora, por ejemplo, de que se hable del repetidor de Olleros de Sabero, donde se encuentra uno de los más impresionantes miradores de la Provincia. Es necesario divulgar el prodigioso bosque de Valdellorma y Rueda, la masa forestal compacta más extensa de León. Es obligado promocionar los misteriosos rincones del bosque del río Corcos. Es imprescindible mostrar los hórreos de Felechas y los hornos de Garfín. Hay que publicitar la garganta del Cea, el Macizo de Mampodre y los rincones amenos de Valdetuéjar.

En definitiva, Cistierna debe mostrar lo que le es propio sin complejos, porque está rodeada de algunos de los lugares más preservados y desconocidos para el turista. Si Cistierna rehabilita su potencial atractivo, en medio de ese área recóndita, y ofrece el magnetismo de sus agrestes espacios periféricos estará en el camino de la recuperación.

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