martes, 25 de septiembre de 2007

El Circo MINER

Asistimos en estas semanas al debate sobre el destino de los fondos del Plan del Carbón. Cada día que pasa la discusión se vuelve algo más dolorosa y pintoresca, evidenciando la falta de estrategias globales para el desarrollo de las cuencas mineras. En estos momentos, tras años de inversiones, la sensación que está llegando a la calle es que los fondos del carbón son una especie de botín que se ha de gastar como sea.

La cuestión de la autovía León-Villamanín es un ejemplo de cómo se pretende invertir de un tirón los valiosos recursos que se distribuyen. Que el tramo León-La Robla, con denso y creciente tráfico, podría aportar ventajas es una realidad, pero ¿qué mejoraría una autovía de La Robla en adelante? La carretera nacional es una vía rápida por la que no es raro mantener velocidades medias de unos 80 kms/h. ¿Justifica el tráfico esta petición? ¿No sería más razonable mejorar la carretera nacional hasta garantizar velocidades superiores?

Por su parte, la famosa “autovía Braganza-La Espina” va tomando forma en medio del desconcierto lacianiego. Parece que la vía rápida -que no autovía- podría penetrar en León dejando Villablino a unos kilómetros. ¿No es el momento de recuperar la iniciativa desde esta villa? Se podría reclamar un triple vial que convierta este pueblo en centro de comunicaciones. ¿No es acaso plausible proponer dos corredores rápidos desde esta villa hasta la carretera de La Espina por el norte y por el sur? Con un tercer vial hasta la autovía del Huerna, Villablino llegaría a ser un modesto centro de comunicaciones dentro de la Cordillera Cantábrica.

La idea de relegar Ponferrada dentro de las prioridades de los fondos MINER es otra propuesta peregrina. Si hay un lugar atractivo para las empresas en el occidente leonés es ese núcleo. Restar fuerza a esa opción va en contra del sentido común. Los pequeños ayuntamientos deberían de aplicarse en mejorar su calidad residencial, puesto que como lugares de residencia han de pervivir. Es evidente que ningún inversor foráneo pondrá una industria en los terraplenes de la periferia berciana.

Por último, cabe preguntarse dónde está la Junta. ¿Dónde está nuestro interlocutor? La institución carece de planteamiento propio para el desarrollo de la zona. Hay una preocupante ausencia de criterio en el gobierno autonómico sobre qué hacer concretamente para trazar el futuro de las zonas carboníferas.

Por añadidura, se ha dicho que la Junta apoya la conexión con Braganza, pero es falso. La carretera internacional desde Puebla de Sanabria es autonómica. Portugal lleva años intentando consensuar una vía rápida por ese trazado y Valladolid ha ignorado toda intención. La Junta no sólo no invierte, ni arbitra, ni propone, sino que se erige en un factor de confusión más en medio de este barullo.

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