sábado, 29 de septiembre de 2007

Ganó Más

Asistimos a las fases decisivas de la reforma del Estatuto de Cataluña. Se atraviesa el tramo final, por lo que se puede vislumbrar ya algunas consecuencias. Con frecuencia la atención se vuelca sobre los temas económicos, que son de gran importancia, pero las precisiones sobre el futuro político de Cataluña pueden ser tan relevantes como aquéllos.

Cuando se abordó la negociación del primer texto por los partidos del arco parlamentario catalán la situación era bien distinta a la actual. Artur Más, líder de Convergencia i Unió, se encontraba seriamente cuestionado desde las filas de la coalición que dirige, tras la debacle en las elecciones autonómicas. Durán Lleida había dejado entrever la incomodidad de su grupo, Unió Democrática de Cataluya, con un cabeza de lista que había sido claramente derrotado tras años de preeminencia de CIU en la política de la Generalitat.

El proceso de debate del borrador del Estatut se caracterizó por el impulso de Maragall en sus inicios -quien pretendía pasar a la historia como el refundador de la nación catalana-, por el énfasis en el intervensionismo que Ezquerra Republicana de Catalunya introdujo en la redacción -para intentar el blindaje de competencias- y por el exigente postulado de financiación que CIU convirtió en su bandera, al punto de rebasar a ERC. De esta manera ERC se vio privado de parte de su espacio político en la escenificación pública. El primer paso de Más hacia el éxito había concluido.

Tras el pacto entre la mayoría de las fuerzas políticas catalanas, que dejaba al PP como fuerza aún menos relevante de lo que ya es en aquel territorio, se produjo la negociación en Madrid. ERC intentó ocupar el lugar perdido y adoptó posturas maximalistas en cuestiones que CIU le había dejado, como la definición de “nación”. Para entonces Maragall ya era considerado desleal dentro de su partido por haber cedido mucho y mal ante sus interlocutores de Cataluña. Probablemente, si atendemos a las maneras de Zapatero, ya debe estar decidido que este proceder le costará el futuro político.

Ha sido entonces cuando CIU ha adoptado una postura flexible. ERC, sumida en la confusión, ha visto cómo Más explicaba que el texto negociado contiene importantes avances para el autogobierno catalán y que algo había que ceder. La ciudadanía ha recogido el mensaje y ERC, perdida en un debate interno, podría quedar al margen, si es que no ha quedado ya.

La foto del pacto no deja lugar a dudas sobre los ganadores: Zapatero y Más se estrechan las manos a las puertas de la Moncloa. La interpretación indica que ni Carod ni Maragall cuentan en el futuro poselectoral catalán. Finalmente, parece que ZP ha conjurado el riesgo de un gobierno catalán ERC-CIU y Más ha recuperado la iniciativa para las próximas elecciones. Mientras, el PP cruje.

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