martes, 4 de septiembre de 2007

Deporte Público

La financiación de las actividades deportivas con fondos públicos es una de las cuestiones más polémicas; mucho más en este periodo del año en que las ligas deportivas se aproximan a si final, dejando patentes las clasificaciones.

La aplicación de partidas económicas de ayuntamientos, diputaciones y autonomías al deporte no puede ser evaluada con criterio único. Por una parte está el deporte popular, en el que se encuadra la actividad con escolares y la promoción del ejercicio en grandes colectivos. Como este apartado incide en la salud pública no se considera cuestionable el uso de esos fondos.

Sin embargo la ayuda económica a las agrupaciones deportivas de alta competición es fuente de discusión pública. El pago a estas entidades para que, a su vez, retribuyan a jugadores profesionales de alta remuneración es un aspecto criticable.

Las instituciones públicas que financian a estos equipos tienen un ámbito territorial concreto. En consecuencia la potenciación de la imagen de ese lugar puede pasar por el aprovechamiento publicitario de estos equipos. Sólo así se puede justificar el pago de importantes cantidades a las sociedades deportivas.

En contraste con esos criterios asistimos en León ciudad a la ayuda sistemática e indiscriminada a los equipos masculinos de fútbol, balonmano y baloncesto. Si comparamos el impacto publicitario obtenido fuera de León por estos equipos concluiremos que es desigual.

El equipo de balonmano es un competidor de primer nivel en el ámbito europeo y español. En la mente de muchos aficionados León existe porque el Ademar lo ha puesto en el mapa. El alto valor publicitario de esta entidad para León está por encima de cualquier duda y las ayudas públicas que recibe son más un contrato de publicidad que otra cosa.

El equipo de baloncesto masculino carece de impacto en el marco europeo, pero juega en una liga nacional en la que participan grandes ciudades, como Murcia, Zaragoza, Tenerife, Las Palmas, Santander, Gijón o Alicante, por citar algunas. No cabe duda de que la repercusión en el ámbito nacional del León Caja España alcanza cotas considerables. En función de éstas, buena parte de las ayudas públicas que recibe estarían justificadas.

Caso aparte es el de la Cultural y Deportiva Leonesa. Se trata de un equipo perdido en el maremagnum de tercera fila de la competición de fútbol. Este equipo pugna con una heterogénea mezcla de equipos de segunda marca, de representantes comarcales y de pueblos, y también de alguna ciudad.

La cuestión por la que a un equipo de tan escaso potencial divulgador se le subvenciona con tanta profusión, mientras a otros más valiosos se les recorta en sus aportaciones, es un aspecto que debería quedar restringido, especialmente en instituciones cuyo equilibrio financiero es precario.

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