martes, 27 de noviembre de 2007

La UPL y el Estatuto

Tras el proceso de refundación experimentado por la UPL, la formación leonesista encara una de las encrucijadas políticas más importantes a que haya asistido: la reforma del Estatuto de Autonomía. Se trata de la primera vez que hay oportunidad de restaurar en una ley marco parte de lo que le fue hurtado a León en el proceso autonómico.

Hay que considerar que la comunidad encierra una crisis larvada desde su propia génesis; crisis que se pone cada vez más de manifiesto. Que en este momento sólo el dos por ciento de los jóvenes sorianos se identifiquen con la Autonomía, que el Barocyl muestre una general falta de interés por lo autonómico o que se cree una oficina de propaganda desde las cortes para intentar frenar el movimiento leonesista evidencia una institución sin respaldo público e incapaz de liderar procesos de transformación económica o social.

Desde el exterior, Castilla y León se ve como la Autonomía arquetipo de la ineficacia. Su producto interior bruto crece poco, su censo desciende, la población envejece y no se ven síntomas de reversión en esta progresiva degradación. Además, es comentada su falta de peso institucional en el concierto autonómico, rayando habitualmente la insignificancia.

En este escenario un partido leonesista tiene el terreno abonado para exponer sus tesis de forma desarrollada y, probablemente, exitosa. La reforma del Estatuto sería una oportunidad para llevar a cabo esa labor divulgadora.

Sin embargo, la sorpresa se ha adueñado de su electorado, puesto que la UPL ha perdido la iniciativa. El PSOE leonés ha abierto el debate exponiendo unas tesis que, aunque moderadas, parecen ocupar de lleno el espacio que el grupo de Otero pretendía en exclusiva.

Dentro de la UPL hay voces que están en desacuerdo con la pasiva manera de afrontar la reforma estatutaria. Se aprecia mucha calma, alguna inquietud y pocas ideas. En consecuencia, quienes disienten están reclamando un mensaje abiertamente leonesista, más allá de las medias tintas que cualquier representante del PP o del PSOE pueden compartir sin esfuerzo.

Resumiendo, o la UPL diferencia su mensaje (el producto que han de vender en el mercado electoral) o están condenados a perder su electorado a favor de otros que, diciendo lo mismo, tienen estructuras de partido más poderosas y fundamentadas para lograr metas leonesistas rebajadas. La reforma estatutaria es la oportunidad para que los regionalistas, además de plasmar su mensaje, muestren capacidad para conseguir avances políticos, quizás moderados, pero en dirección al objetivo final.

El otoño despejará la incógnita de en qué medida la actual dirección de la UPL está en condiciones de ofrecer leonesismo en estado puro. Si no son capaces de hacerlo el fracaso electoral se presume clamoroso.

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