sábado, 18 de octubre de 2008

La Jornada Escolar Concentrada

En estos días se está planteando un posible cambio de los horarios escolares, un tema de enorme trascendencia, aunque sin reflejo proporcional en los medios de comunicación. Se pretende pasar de una jornada, partida en mañana y tarde, a otra concentrada, posiblemente, de mañana. Resulta curioso que, una vez escuchados argumentos de las distintas partes de la comunidad escolar, no aparece por parte alguna la cuestión educativa. ¿Qué sucede con el aprendizaje de un niño que asiste a cinco horas de clase seguidas? La discusión se pierde hablando de los comedores escolares (un aspecto absolutamente lateral educativamente hablando) y de las actividades extraescolares (¿a quién le importan si los niños no consolidan conocimientos en disciplinas troncales?) Llama mucho, como decía antes, la atención que esta cuestión, de gran calibre para el futuro, pase prácticamente desapercibida. No puede significar sino que se trata de un paso incómodo para la administración autonómica y para los profesores, y desconocido para muchos padres. Sin embargo, para alguien tiene que ser ventajosa la implantación de la jornada concentrada. Se me ocurre que un beneficiado puede ser la Junta, que subvenciona los comedores escolares, puesto que podrían reducirse a la mínima expresión. Este cierre de comedores, y el consiguiente ahorro público, se ha podido apreciar en Galicia y Andalucía, donde ya es posible implantar la medida. La otra parte beneficiada son los empleados públicos, los profesores, que aspiran a una jornada continuada, como ellos la llaman, porque la cuestión del rendimiento, por lo visto, no preocupa demasiado a amplios estratos de este colectivo. Sin embargo, es curioso observar cómo en la enseñanza secundaria, donde este tipo de horario ya se aplica, casi un cincuenta por ciento de los alumnos necesita clases particulares para alcanzar un nivel de conocimientos suficiente. También reclama poderosamente la atención la pasividad de los padres, síntoma de la escasa atención que se dedica a los hijos en estos encefalopatógenos tiempos.
Por último, cabe reflexionar sobre el abismo hacia el que, desgraciadamente, se dirige la enseñanza pública. La jornada concentrada no será aplicada en gran parte de la enseñanza privada por sus repercusiones negativas sobre la calidad de la enseñanza, núcleo de su negocio y herramienta principal para su supervivencia. En cambio, desde muchos centros se está planteando que el número de horas lectivas es insuficiente y que los periodos vacacionales han de ser reducidos y redistribuidos. Mientras tanto, los criterios educativos de bastantes centros públicos pasan por una prioridad: marchar a casa prontito.

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