domingo, 26 de octubre de 2008

Vacas Locas, pero Menos

Asistimos en estos días a un estado de alarma social, sin precedentes en la sociedad leonesa y europea, inducido por el mal de las vacas locas. El temor a una enfermedad, que se ha presentado con características de plaga bíblica, ha conseguido que la gente se asuste y que no consuma carne de vaca. Se vigila con atención los procesos que hacen llegar a nuestra mesa los alimentos, aunque las prácticas higiénicas en muchas de nuestras cocinas dejen mucho que desear. Sin embargo, se puede afirmar que este problema ha sido sacado de quicio, tratado sin ponderación y aprovechado por el peor de los sensacionalismos.
La encefalopatía espongiforme bovina es una enfermedad bastante nueva en cuanto al grado de conocimiento de sus mecanismos. Sin embargo, existe un mal similar en las ovejas, conocido, que está sirviendo como modelo para llegar a entender aquélla. Se trata de una dolencia de muy escasa incidencia en la cabaña vacuna. Por otra parte, y en consecuencia, como sabemos tan poco sobre ella, no se puede definir si el contagio es rápido o lento, masivo o localizado. Por otro lado, sí que podemos citar muchas otras enfermedades con una incidencia económica enormemente más importante en nuestra cabaña y sobre las que no se ha formado este tumulto informativo. Por lo tanto, si nos referiésemos a la incidencia económica directa de la enfermedad sobre nuestra ganadería podríamos afirmar que ni es el problema más grave ni está cerca de serlo.
En segundo lugar se valora su posible transmisión al hombre bajo la forma de la Enfermedad de Creutzfeld-Jacobs. Éste es el problema principal. Por dicha razón se están sacrificando preventivamente rebaños completos de ganado vacuno. Sin embargo, al día de hoy, no se conoce cómo se transmite el prión, ni se sabe si procede del vacuno infectado con la EEB, ni se ha establecido si unos tejidos son infectivos y otros no, ni nos consta ... casi nada. Se actúa, pero a ciegas. En otras palabras, el escándalo de las vacas locas está montado sobre la especulación científica y la necesidad de noticias de los medios. No se ha encontrado aún correlación entre la encefalitis espongiforme humana y el consumo de carne de vaca infectada. Los políticos se han visto obligados a reaccionar porque la opinión pública, con un estado de agitación creado infundadamente, presionaba de tal manera que ni la extendida brucelosis, ni el Visna-Maedi que atenazan nuestra cabaña ovina, ni el IBR-BVD, ni la medicación intensiva en el ganado porcino, ni ninguna otra cosa destaca ya más que una zoonosis importante, pero que es casi desconocida y de importancia residual por ahora. ¿Creen políticos y periodistas que guarda las proporciones el actual tratamiento informativo de este problema?

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