sábado, 12 de enero de 2008

Aeródromo Gafado

Las alarmantes noticias sobre el cese de actividad de la compañía Lagun Air han suscitado acaloradas reacciones desde distintos sectores. Por esta razón conviene hacer una llamada a la calma y a la racionalidad a quienes han de actuar en consecuencia. Las emociones son poco aconsejables para elaborar estrategias acertadas.

Lagun Air comunica el cese de su actividad, no su traslado a otro aeropuerto, a pesar de las invitaciones que ha recibido para hacerlo. De ello que se colige que sus directivos han concluido que no es viable. Las causas son, probablemente, las mismas que obligaron a Air Madrid recientemente a seguir idéntico camino y parecidas a las que demoraron el desarrollo de Span Air y Air Europa hasta su entrada en el Puente Aéreo Madrid-Barcelona. El problema subyacente es que Iberia actúa de forma dominante con la permisividad gubernamental necesaria.

Hay que recordar que Air Nostrum, su filial de vuelos regionales, bajó los precios y mejoró los horarios cuando llegó Lagun Air a León, pese a haber asegurado poco antes que tal cosa era imposible. Iberia ha operado en pérdidas hasta hacer desistir a su competidor y probablemente lo hará con cualquier otro que aparezca. Durante ese tiempo se ha empujado la expansión de la demanda de viajes a Madrid y Barcelona, únicos destinos que realmente concitaban pasaje en cifras estimables. Ahora Iberia, la espectadora feliz, recogerá los frutos de ese esfuerzo, que nunca hubiese hecho por sí misma.

El papel de las instituciones leonesas podría ser el de negociar con el monopolista el mantenimiento y mejora de los horarios, la pernoctación de los aviones, así como el aumento de pasajes disponibles, ya que de lo contrario se quedarán pasajeros en tierra en más de una ocasión. Esto último provocaría un indeseable descenso en la actividad del aeródromo. La potenciación como base alternativa de Easy Jet o de cualquier otra línea de bajo coste podría suponer una línea de trabajo complementaria.

Por otra parte, hemos comprobado que de la Junta -que sólo tiene ojos para el aeropuerto de Valladolid- nada se puede esperar. ¿Se pronunciará el PP de León al respecto?

Una última prioridad, imprescindible para la buena marcha del aeropuerto, es el cese o traslado de la peor herencia de Álvarez Cascos: JulioEstévez, el director del aeropuerto. Su fulminante e inexplicado traslado desde el aeropuerto de Vigo no auguraba nada bueno. Entre sus méritos está no poder recibir a los representantes de Lagun Air mientras se tomaba un cafelito con personal de Iberia. El descuido de mangas de viento y accesos, denunciados desde esta columna, su repetidas ausencias o la pasividad escandalosa nos hacen añorar a su predecesor. Queda en manos del PSOE leonés hacer algo para que se rellene eficazmente ese vacío.

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