domingo, 27 de enero de 2008

El Futuro de Antibióticos

Las alarmantes noticias que la última semana se han hecho públicas sobre la factoría leonesa de Antibióticos son un pésimo augurio para el futuro de la planta química de la carretera de Zamora. Se trata de un paso más en el camino hacia el cierre que, desde que la instalación calló en manos italianas, parece ineluctable si un cambio drástico de rumbo no lo evita.

La historia de Antibióticos desde las etapas de Ferruzzi y Montedison, como la de ahora con Sir-Fidia, es la de una descapitalización o, si se quiere, de un expolio tecnológico. La empresa cuya venta preparó Mario Conde fabricaba varios antibióticos, algunos con buen valor añadido, e intermediarios químicos para la elaboración, en otras fábricas, de productos finales. La cartera de sustancias que Antibióticos ofertaba mantenía un equilibrio entre los productos baratos, de buena calidad y con una rentabilidad pequeña, pero razonable, y otros más modernos, con la protección de patente y márgenes muy interesantes.

La entrada de los italianos en la propiedad supuso la integración en un grupo químico con factorías en la propia Italia. Con ellos empezó a descender progresivamente la inversión en investigación en los laboratorios leoneses hasta el punto de que el propio comité de empresa tuvo que tomar cartas en el asunto hace unos años. Así se corrigió o, más bien, se amortiguó una tendencia que iba hacia la práctica desaparición del departamento de I+D de la planta. En esa línea se gestionó la cartera de productos, que sufrió el traslado de la producción de aquéllos más rentables a las plantas italianas, incorporando otros sin patente y con escasa proyección. Esto suponía, ya en aquel momento, competir con los nuevos productores de las emergentes economías asiáticas.

A pesar de las promesas y del cambio, al menos nominal, de dueños, Antibióticos agoniza desangrado por un vaciado tecnológico que, mientras permanezca en el mismo grupo, parece irreversible. En tanto se compita por las producciones más interesantes con factorías italianas, dentro de un grupo también italiano, la senda del cierre parece inevitable.

Un aspecto al que vigilar es cómo podrían plantear los directivos de Sir-Fidia un repliegue indoloro. Tras un cerrojazo podría esconderse una apetitosa operación urbanística simulando un traslado de la factoría. Por eso conviene recordar que los solares de una actividad como la de Antibióticos deberían de ser descontaminados por cuenta de la empresa, antes de destinarlos a un uso residencial.

A Antibióticos le queda una salida si aspira a un proyecto de futuro fiable: abandonar el grupo italiano por separado y encontrar un propietario capaz de implantar producciones de más valor añadido. Tristemente, mientras esto no se consiga seguirá declinando hasta desaparecer.

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