sábado, 5 de enero de 2008

ZP, Ibarreche y León

La pasada semana hemos tenido la oportunidad de disfrutar de uno de los debates más vibrantes que ha albergado el Congreso de los Diputados. Pese a las actitudes más cerriles, el Plan Ibarreche fue sometido al trámite parlamentario, tal y como establece la ley. El resultado ofrece múltiples y novedosas lecturas. Una de ellas es que hemos descubierto a dos excelentes polemistas en Rubalcaba y Rajoy, algo que se echaba de menos en una cámara sometida frecuentemente a la atonía y a la mediocridad oratoria.

Otra inevitable lectura proviene de la mención del Presidente del Gobierno a León en igualdad con otras regiones. En un discurso en el que el contenido parecía preparado y supervisado, por la enorme importancia del tema a tratar, la aparición del nombre de nuestra región histórica junto a otras adquiere un significado novedoso. Sea cual sea el mismo, es evidente que León escapa en alguna medida –no sabemos en cuanta- del ostracismo al que Suárez, González y Aznar lo habían condenado.

Las reacciones en la Junta denotaron cierto nerviosismo por una firmeza innecesaria, que nadie había reclamado. Aunque la fragmentación de la información que realiza el Ente mantiene a la población no leonesa ajena a las tensiones que aquí persisten, la contestación general es cada vez mayor y más matizada.

Como bien argumentó Lasagabáster en el debate, se está produciendo un relevo generacional en los puestos de decisión, lo que induce un profundo cambio de mentalidad a la hora de plantear la resolución de los conflictos territoriales. Así para alguien de cuarenta años es fácil de entender que se plantee una negociación del estatuto vasco, al contrario que para muchas personas de sesenta. Sin embargo los pueblos son en cada momento lo que las generaciones que los gobiernan quieren que sean. En las últimas elecciones una nueva generación ha tomado las riendas de buena parte del país, y eso se notará en las formas y en el fondo.

Lo mismo ha sucedido en León. Por eso, cuando la generación entrante revisa el inventario de lo que han dejado los últimos veinte años en esta provincia y su región asume que las cosas han de cambiar. Estamos en la única Autonomía cuestionada internamente por sus ciudadanos. Sufrimos una Comunidad irrelevante en el concierto nacional. No se conoce una sola razón objetiva y medible, un solo parámetro que justifique que la región histórica leonesa continúe en la misma situación. Las cosas le han ido muy mal en este marco autonómico.

Por eso el discurso de ZP poniendo en igualdad a vascos y leoneses reclama que el papel de León tiene que cambiar. Eso no implica necesariamente un nuevo mapa autonómico, pero por fin se acepta que la situación actual, tal como reconocen en privado dirigentes del PP y del PSOE, ha de ser modificada.

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