martes, 11 de marzo de 2008

Desconcierto Ideológico

Nos encontramos en una campaña electoral sorprendente en muchas vertientes. La paradoja se ha aposentado en las dos mayores fuerzas de la política española. Las propuestas de una y las de los contrarios se confunden ideológicamente de forma inexplicable.

Así hemos podido observar asombrados cómo un partido que, teóricamente, representa la mentalidad igualitarista y solidaria de la izquierda aboga por la rebaja de los impuestos, especialmente sobre las rentas más altas, justo al contrario de lo que cabría esperar. El gran redistribuidor de la riqueza, el estado, se ve contraído en las propuestas del PSOE, que proclama al mismo tiempo que, de forma financieramente ignota, propiciará un intenso crecimiento de las pensiones si gana.

De idéntica manera, los populares dicen aspirar a un aumento del número de policías, al revés de lo que acaban de hacer. También defienden la construcción de muchas viviendas sociales, como reconociendo que se erró con la práctica desaparición del mercado inmobiliario protegido que provocaron.

Además la franqueza de los dos grandes contendientes no resulta ejemplar. Recordar la reiterativa apelación gubernamental a las favorables resoluciones de las Naciones Unidas para justificar la invasión de Irak, cuando éstas no existieron, causa sonrojo. No fue menos embarazosa, por ejemplo, la afirmación, falsa, de que el PSOE había ganado las municipales en León, tal y como se afirmó en Rodiezmo. Las dudosas verdades, como la Escuela de Pilotos o la súbita reivindicación socialista del noroeste peninsular, empiezan a ser frecuentes en la contienda electoral. Por este camino no se puede augurar que la figura del político recobre el prestigio que una vez tuvo.

La crisis de imagen que sufre la política en España tiene, pues, causas evidentes y, si los propios agentes mayoritarios no ponen freno a la degradación de sus modales, se puede entrar en cierto estado de descomposición del sistema político. Es necesario consensuar un código de conducta, de juego limpio, y que los principales protagonistas lo apliquen. De lo contrario la aproximación de posiciones ideológicas -a la que se ha hecho referencia al inicio de esta columna- en la que derecha e izquierda empiezan a mostrar difusos límites, reducirá la política a una pugna por el medro personal. La utilización de los resortes del estado a favor de determinados grupos de interés podría convertirse entonces en hábito.

Por otra parte, en esta dirección se encuentra el camino llano para el crecimiento de los partidos nacionalistas. Su avance podría matizar la evolución de la política española, ya que presentan propuestas adaptadas a los territorios y sus ciudadanos.

En vista de los acontecimientos cabe preguntarse, en fin, dónde queda en esta campaña el interés general.

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