lunes, 24 de marzo de 2008

León y Santiago

La semana pasada ha tenido lugar la apertura del Año Santo Compostelano. La ceremonia ha pasado desapercibida para muchos leoneses. Es lástima que sea así porque la presencia del Camino de Santiago para explicar lo que fue León en la Edad Media, y para comprender y aprovechar actualmente su posición geoestratégica es fundamental.

El pretendido suceso milagroso por el que aparece el arca con los restos del Apóstol se produce en una época en que se estructuraba el Reino de Asturias. Las posibilidades de aquella institución eran muy limitadas. Hay que sopesar que el desarrollo del fenómeno sociológico jacobeo va ligado a la construcción de un templo a la altura de lo que se pretendía, al poder para difundir la creación de un lugar santo en cierto territorio y a la consecución del reconocimiento papal al máximo nivel. Todo eso se produce en el Reino de León. La base románica de la actual catedral es producto de las gestiones y dineros del Obispo de Santiago y del Rey de León. La demarcación de un camino seguro, lejos de los árabes, con puentes firmes y ciudades dotadas, es también obra del Rey de León. La creación de la Orden de Caballeros de Santiago para proteger a los peregrinos es iniciativa de la Corona Leonesa. Por último, la consecución de las indulgencias plenarias para los peregrinos a Santiago, que explica la peregrinación multitudinaria posterior, es producto de las gestiones del Trono Leonés. Muy poco hay de similar relevancia para el Camino fuera de los tiempos del Reino de León, salvo el hallazgo del arca marmórica. En definitiva, en buena medida el fenómeno sociológico de Santiago es producto de la implicación del Rey de León en su desarrollo.

El cénit de las ciudades leonesas del Camino en el marco europeo se alcanzó al mismo tiempo que el Camino Francés adquiría su máxima importancia. De la misma forma, la decadencia de la peregrinación coincidió con la caída de este corredor de ciudades. El enorme peso del comercio a través del Camino explica el ascenso y posterior declive de las poblaciones jacobeas leonesas, en paralelo a su evolución.

Actualmente, como antes, el Camino se superpone a la conexión del noroeste con Europa. El desarrollo de esta ruta supone la revitalización del Arco Atlántico. La posición central de León en ese corredor sigue siendo un factor de crecimiento determinante para proyectar nuestra región hacia los mercados europeos. También es una pieza clave para el devenir de Asturias, Galicia y el Norte de Portugal.

Así la simbología de San Jacobo, la más europeísta de nuestra hagiografía, debiera acogerse con un interés especial en León. Fue el Camino de Santiago la senda del románico, del comercio, de las ideas y del Reino de León. Hoy puede ser la de un pueblo que recupera su lugar en el mundo.

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