martes, 13 de mayo de 2008

Agresivo Villalar

Se desarrolla estos días un comprometido debate sobre la participación institucional en una nueva fundación de promoción autonómica. Se trata de la Fundación Villalar, un proyecto cuyo fin es fomentar el sentimiento de pertenencia a un territorio, concebido desde Valladolid, denominado Castilla y León. La Fundación Villalar tiene sus antecedentes en el documento de la “Primera Hipótesis de Modelo Territorial” del año 1996, que editó la Junta dentro de las actuaciones para redactar la Directrices de Ordenación del Territorio. En él se incluía un capítulo sobre el “Programa de Identidad Territorial y Márketing Regional” que perseguía prácticamente los mismos objetivos que los de la citada fundación. La pretensión de crear una herramienta de adoctrinamiento de los ciudadanos en torno a la pertenencia a la autonomía es, por tanto, un aspecto recurrente de la iniciativa, primero del PP, en el gobierno, y ahora del PSOE, en la oposición.

Se ha vertido mucha subjetividad en el debate que ha propiciado tan peregrina iniciativa. Sin embargo es imprescindible que se haga un análisis más frío y distante de lo que significa esta propuesta. La creación de la Fundación implica en sí misma el reconocimiento de la inexistencia de una conciencia colectiva de pertenencia a la Comunidad Autónoma veinte años después de creada. Asimismo supone que cualquier avance en ese aspecto va a ser producto de la artificialidad, de la propaganda y de la eliminación de otros sentimientos de pertenencia. De hecho el profundo rechazo que se detecta en la sociedad leonesa -que ahora se traduce en pánico político- a apoyar la Fundación desde las instituciones hay que atribuirlo al reiterativo ataque a los elementos identitarios leoneses desde Valladolid. No puede pasar desapercibido que la Junta se niega a editar cualquier obra que trate exclusivamente de León, como se puede apreciar en sus fondos de publicaciones. No es menos cierto que se obvia el apoyo económico a cualquier iniciativa que hable del ámbito regional leonés expresamente, desde Valladolid.

Esa actitud, que es objetivamente un ejercicio de totalitarismo soterrado, se concreta ahora en una Consejería de Propaganda, la fundación, supuestamente independiente de la Junta. Nadie en su sano juicio debería prestarse a maniobras filofascistas como ésta, y menos aún con dinero público. Si ese dinero es de las víctimas, menos aún. El sentimiento herido del leonés no debiera cegar su inteligencia para desvelar la goebbelsiana raíz inmoral de esta pantomima. El totalitarismo y el pensamiento único no pueden quedar al abrigo de los fondos públicos. ¿Tendrá valentía el colectivo político leonés para mantener sus posturas tras las elecciones?

2 comentarios:

Alfonso Mielgo dijo...

El tiempo pone a cada uno en su sitio, y el de los políticos leoneses, en el pesebre... pero es que el resto de la población tampoco merecemos mucho más... nos humillan con los fondos miner, con la sanidad, con las infraestructuras, restaurando monumentos en todas pertyes menos aquí, nadie defiende al sector lacteo, al remolachero... esto es un desgobierno total, pero es que NO PASA NADA aunque haya un desgobierno total... es desesperante

Cisastur dijo...

Es lógico. Es como el cuento de la rana.
Si tú metes a una rana en una cazuela con agua a 10 grados y calientas poco a poco: 15, 18, 22, 25, 28,... 41, 44. Verás que la rana no muestra síntomas de alarma, pero se termina muriendo de calor.
Si a la misma rana la sacas de una cazuela con agua a 10 grados y la metes en agua a 44 inmediatamente se muere al instante.
León es la rana que calientan progresivamente. Por eso nuestra labor es despertar conciencias.