martes, 27 de mayo de 2008

Empobrecimiento Laboral

Durante los años precedentes España ha experimentado un crecimiento de la población activa asombroso. Igualmente, el aumento de cotizantes a la seguridad social en el último decenio no tiene parangón en el siglo XX. De unas cifras que apenas alcanzaban los doce millones de cotizantes en la crisis del 93 hemos pasado a los casi dieciseis millones y medio actuales. La situación en León difiere. El empleo no ha sufrido una expansión homóloga. Por esta razón cualquier análisis de la evolución del trabajo en España no coincide necesariamente con el que se pueda emitir sobre nuestra provincia.

El vigor expansivo del empleo en el conjunto español no se corresponde con los niveles de crecimiento del producto interior bruto. En el periodo que culminó en 1990, el crecimiento anual del PIB alcanzó el 5,5% (1987), cifra impresionante a la que nunca hemos vuelto a acercarnos. La expansión del empleo entonces fue de menos de dos millones y medio de trabajadores. En el último ciclo expansivo, que ahora parece terminar, el incremento ha sido de más de cuatro millones de ocupados, pese a que hemos asistido a incrementos del PIB que rondaron, como máximo, el 4%. ¿Qué explicación tiene esto? Sabemos que el salario medio ofertado a los trabajadores españoles ha sufrido un recorte importante. Esto ha forzado a los jóvenes a aceptar remuneraciones muy inferiores a las que diez años antes hubiesen percibido. Por esta causa muchos jóvenes no se pueden independizar hasta pasados los treinta años. Además, las jóvenes parejas, recién independizadas, se ven obligadas a buscar dos empleos. Donde antes se vivía con un salario ahora se necesitan ambos. Esa es una de las razones por las que, paradójicamente, el paro crece incesantemente mientras la ocupación, mayoritariamente de baja calidad, crece igualmente. A ello se suma una gran masa de inmigrantes, que se ha integrado en el mercado laboral dispuesta a aceptar condiciones precarias; y también el afloramiento de empleo sumergido, al calor de los ventajosos tratamientos tributarios propiciados por el actual gobierno. La consecuencia más notable del empeoramiento de las condiciones laborales es la pérdida de productividad individual. El PIB por trabajador se ha desplomado. Mal dato ese para afrontar la transición de un país que quiere pasar de la etapa industrial a la tecnológica.

En León no hemos vivido la parte positiva de estos cambios: la expansión. La Encuesta de Población Activa muestra una evolución errática. León ha perdido peso laboral en el conjunto de España. La apertura de las autovías restantes y el alargamiento de la pista del aeropuerto deberían abrir León a las corrientes expansivas del resto del país. ¿Conectaremos, por fin, nuestro comportamiento económico a las grandes tendencias españolas?

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