viernes, 2 de mayo de 2008

Balance Municipal

Con el nombramiento del nuevo alcalde en el mayor municipio leonés ha llegado el momento de hacer balance de la etapa que termina, y de revisar las espectativas para la que comienza. Más si cabe tras el cambio de color político de la alcaldía.

Mirando hacia atrás podemos recordar algunos de los grandes hitos transformadores que la ciudad de León vio en las últimas legislaturas. Con Morano el casco urbano incorporó grandes áreas verdes periféricas, siguiendo el modelo vitoriano, aunque su aspecto no sufrió cambios sustanciales. En la primera legislatura de Amilivia el centro histórico se vio embellecido y se reincorporó a la vida ciudadana tras una depauperación prolongada. La ciudad desarrolló el Polígono de Eras y comenzó el cierre de huecos vacíos, como la Chantría. En la segunda legislatura con el mismo alcalde al frente continuó la reconcepción de León -como producto turístico fundamentalmente-. Los ríos fueron incorporados definitivamente a la trama urbana y se han concluido ciertas dotaciones relevantes, como el auditorio o la plaza de toros cubierta. León se ha transformado extraordinariamente en los últimos ocho años. La parte negativa de ese periodo está marcada por una institución municipal prácticamente en quiebra, una nómina de trabajadores inflada y una política urbanística que ha propiciado la expulsión de los jóvenes a los municipios periféricos por un desmedido aumento de los precios de la vivienda.

Parece que por ahí deberían discurrir las directrices del equipo entrante. Sanear las arcas municipales es una necesidad, más que una medida recomendable. Poner coto a las contrataciones innecesarias y acomodar las plantillas de trabajadores a los servicios que se han de prestar es otro aspecto que debería ser central para los nuevos gestores. Las medidas sociales en el ámbito de la vivienda contribuirían a dar oxígeno económico a una institución que ve cómo el censo de residentes decrece a causa de la exigente selección económica.

Otro aspecto relevante, sobre el que se suele pasar de puntillas, es la participación económica de la Junta en las obras de la ciudad. De muestra, un botón. Es llamativo que el ayuntamiento haya tenido que aportar una parte importante del presupuesto del auditorio cuando en Valladolid la Junta corre al cien por ciento con las obras del Centro Cultural “Villa de Prado”, una obra de 50 millones de Euros (más de ocho mil millones de pesetas) que incluye un auditorio -que casi dobla al de León en dimensiones-, un conservatorio de música, un centro de artes escénicas y una sede para la Orquesta Sinfónica. ¿Por qué allí sí y aquí no? Se trata, por tanto, de un capítulo de los ingresos que el PSOE tendrá que estudiar y promover si, como decía, “León ha de jugar un papel relevante en la Comunidad”.

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