domingo, 25 de mayo de 2008

Empleo: Nueva Tendencia

Seguir los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) a lo largo de los últimos veinte años del siglo pasado ha resultado un ejercicio doloroso para los leoneses. Las cifras negativas se sucedieron hasta situarnos como la tercera provincia española que más empleos destruyó. El cuadro de honor de las provincias decadentes fue encabezado por Orense, seguido de Lugo, León, Asturias y Zamora. La evolución de Valladolid, que incrementaba un 50% su oferta de empleo, hacía más llamativo el bajón. Ese periodo, el más negro de nuestra historia reciente, parece haber concluido.

Asistimos a un nuevo estado de cosas y, según parece, a una fase emergente de nuestro futuro económico. Los datos de la EPA, que han sufrido una variación metodológica para su cálculo, muestran -a pesar del mismo- un cambio de tendencia. Tomando como base el tercer trimestre del año 2000, los datos de 2002 parecen indicar una recuperación, quizás producto de un rebote, tras haber tocado fondo, que nos permite remontar posiciones, entre las provincias creadoras de empleo. León se sitúa por debajo de la media española, pero lejos de resultados tan negativos como acostumbraba. De las siete provincias de nuestro entorno sólo tres evolucionan mejor –Orense, Cantabria y Asturias-, dos de ellas sedes autonómicas, que siempre disponen de más recursos. En la autonomía, Burgos y Soria se consolidan como la locomotora económica, que, sin grandes inversiones públicas, continúa creando empleo a buen ritmo. Valladolid, la “hunosa autonómica”, sigue peor trayectoria que León a pesar de ser una de las provincias con mayor consumo de recursos públicos por habitante según FUNCAS. La provincia hermana, Zamora, continúa con datos poco alentadores y es tiempo de que los leoneses tomemos conciencia de la importancia de esa zona para afianzar nuestras ventajas competitivas. Zamora debe importarnos por muchas razones, pero una muy principal es que constituye nuestra puerta hacia Portugal, hacia Oporto. Nuestra posición como “puente” hacia el país vecino se debilita en la misma medida en que Zamora lo hace.

Un dato nuevo es que la evolución del empleo en las sedes autonómicas se va igualando con la del resto de España. Sólo tres décimas contrastan con los diez puntos de diferencia acumulados entre 1981 y 2000. Por otra parte, bajo la media se sitúan siete de las nueve provincias de la autonomía. Alguien debería denunciar que el modelo de crecimiento propuesto está fallando estrepitosamente.

En cualquier caso es necesario observar los datos de los próximos años para constatar si estas tendencias se confirman. Lo que no deja lugar a dudas es que León afronta una nueva etapa y me pregunto: aunque no olvidemos lo sucedido ¿tendremos capacidad para abordar el futuro con mayor optimismo?

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