martes, 15 de julio de 2008

El Agua de Riaño

La pasada semana la Confederación Hidrográfica del Duero se veía obligada a negociar con los delegados de los regantes del Carrión, en Palencia. Sus asociaciones manifestaban la negativa a cofinanciar las infraestructuras de regadío si no se les garantiza una cierta cantidad de agua del embalse, sea cual sea la situación. Todos los indicios apuntan a que la C.H.D. cederá a las pretensiones de los agricultores palentinos. Los regantes leoneses han manifestado su oposición por cuanto, si no se aseguran los riegos en nuestro territorio, no aceptan que se transfiera un solo metro cúbico de agua a ningún otro lugar. Las predicciones de los motejados como agoreros desde la Junta -que han sostenido que el trasvase al Carrión, con un coste superior a once mil millones de pesetas, perseguía llevarse el agua sin más- se confirman. La Junta, que está detrás de la Confederación, cederá, parece, sin mucha resistencia. Los regadíos leoneses, para los que no había fondos -mientras miles de millones se invertían en el trasvase- verán cómo el agua del Esla escapa hacia la cuenca del Pisuerga. La teatralización de este expolio no ha bastado para ocultarlo.
Pero no es ese el único fin del traspaso hídrico. El agua de Riaño va a pasar a subvenir, sin más control que el de la Junta, las reservas de agua de Valladolid capital, cuyas previsiones de crecimiento en el Plan General de Ordenación Urbana le llevarían hasta los seiscientos mil habitantes. Recordemos que este documento es el primero –y por lo tanto central- de la Directrices de Ordenación del Territorio que la Junta ha desarrollado. Valladolid se convertiría así en un gran área de consumo hídrico industrial y doméstico, aunque sin recursos suficientes en su propio territorio. La consolidación de ese trasvase, supuestamente para usos agrícolas, normalizaría el uso intensivo de esta infraestructura, hasta ahora relativamente limitado. Por otra parte, dadas las utilidades que se obtienen de los recursos riañeses, que a nadie le extrañe la multiplicación de los obstáculos para desarrollar y consolidar nuevos regadíos en León por parte de la Confederación y, a la postre, por la Junta. Por lo tanto, lo que se ventila estos días en la negociación con los regantes es mucho más de lo que parece. Se trata de legitimar el uso del embalse de Riaño como un pantano de cabecera del Pisuerga. La manifiesta pasividad de la mayoría de nuestros políticos y la sordina que la Junta está aplicando en todo este proceso, incluido el aumento previsto del consumo en Valladolid, lo convierten en parte de un disparate de grandes dimensiones. ¿Habrá todavía algo de capacidad de compromiso en los representantes de los partidos locales para elevar la voz en nombre de los leoneses?

2 comentarios:

Alfonso Mielgo dijo...

Llegará el día en que la Junta nos cobre por gestionar nuestra agua, y si no, al tiempo.

Los regadíos del Órbigo-tuerto están todos los años pendientes de un hilo, ¿por qué no sen trasvasa el agua sobrante del Esla (que dudo mucho que sobre) a esta zona?

Que hagan Vidrieros en Palencia para regular el Carrión, ¿o es que unos valles pueden sufrir y otros no?, ¿hay comarcas de primera y de tercera? (ojalá fuésemos de segunda)

Villagatón hecho, pero muriéndose de risa, los del Duerna y Eria eliminados... qué desastre, qué desorganización, qué politización de todo... eso sí, cállate que eres un victimista

Cisastur dijo...

Estamos en una etapa en la que la construcción de embalses está socialmente mal vista. Esto es impropio de un país semiárido, que es el que más embalses tiene del planeta de acuerdo a su dimensión (creo que es el segundo en términos absolutos) y que se lo debe casi todo a los embalses.
Otra cosa es el efecto dañino de éstos y cómo minimizarlo, que debería hacerse con técnicas propias.