martes, 22 de julio de 2008

La Importancia del Símbolo

Hace sólo unos días se produjo una enardecida discusión en el Ayuntamiento de León acerca de una moción en contra de que el Himno a Castilla se convierta en el del ente autonómico, tal y como ha propuesto un profesor de la Universidad de Burgos. La conclusión a dichas diatribas fue la aprobación por parte de PP y PSOE de un texto de rechazo a tal iniciativa, pero no el de la UPL, mucho más agresivo en su redacción. Al margen de las formas, a muchas personas les ha sorprendido que en el consistorio leonés se debatan cosas de este alcance, poco relevantes a juicio de algunos. Sin embargo, todavía no se ha escuchado a nadie explicar cómo se dinamiza a un colectivo sin la existencia de símbolos propios, y éste es uno de cierta importancia. León tiene referentes simbólicos propios, que han demostrado su utilidad para movilizar a la multitud en más de una ocasión, gracias a un alto grado de identificación de la mayoría con los mismos.
Esa capacidad de compromiso colectivo, a través de unos elementos totémicos, es lo que en los últimos estudios sobre la vitalidad de las sociedades se ha llamado “capital social”. En otras palabras, el capital social es la capacidad de una población para producir actividades grupales, sean éstas empresas, asociaciones, manifestaciones o cualquier otra faceta en la actividad comunitaria. La pretendida implantación de un himno, encima foráneo, en un lugar donde ya existe es la expresión clara del desprecio que se hace de nuestros símbolos colectivos. En ese aspecto, tengo que felicitar a todos los grupos políticos municipales por su postura sin ambajes en contra de la implantación de un cantar que, a pesar de la ceguera de muchos, es bastante más que eso. De los símbolos no se come, pero con los símbolos se moviliza a los pueblos para que cobren un compromiso con el progreso y con su futuro, es decir, con la búsqueda de sus garbanzos. La propuesta del profesor burgalés, seguramente bienintencionada, es una muestra más de cómo cada parte de este territorio autonómico ignora y hasta se despreocupa de lo que sucede en el resto. Seguramente, jamás hubiese imaginado este hombre, a quien no tengo el gusto de conocer, el rechazo casi unánime que en esta tierra produce tan peregrina sugerencia. León, con una mayoría social que no percibe esta autonomía como algo beneficioso, ha heredado sus propios símbolos durante siglos. El conflicto leonés, con estas agresiones, cobra cada vez más cuerpo y la herida se hace mayor. El ambiente en torno a este enfrentamiento es el más presionante de los últimos quince años. ¿Por qué no actúan nuestros grupos políticos siempre en coherencia con el mensaje de fondo que han plasmado en esta ocasión?

2 comentarios:

Alfonso Mielgo dijo...

Pero si es que tampoco tienen símbolos unitarios en Castilla, allí el provincianismo está más arraigado que la sensación de pertenencia a una región.

Llegado el caso, tampoco nadie se siente castellano-leonés, sólo castellano, pero el hecho de desintegrar la autonomía les incomoda... ya no serían la más grande, ni la que tiene más provincias... serían una más entre las mediocres... necesitan a León para ser algo.

Es una pena que en Salamanca, Zamora, y partes del Bierzo, no se sientan los símbolos leoneses como propios. La propaganda oficial interesada, muchas veces si ha sido útil para desunir (aunque para unir sea más difícil)

Cisastur dijo...

No es tan importante que haya zonas que no se "sientan" leonesas como que haya un núcleo firmemente arraigado. Al fin y al cabo los sentimientos se crean en buena parte de la población. La cuestión es redefinir ya el proyecto leonés: su espacio, sus pretensiones y sus objetivos a medio plazo.