sábado, 8 de diciembre de 2007

Innovación y Tecnología

Se ha repetido muchas veces que la sociedad española está abocada a iniciar una nueva etapa de su historia económica. La innovación y la tecnología deberían ser los motores del desarrollo a partir de ahora, según diagnostican con reiteración creciente.
La cuestión es crucial porque de ello va a depender nuestro papel en la geopolítica del siglo recién estrenado. Sin embargo, el mensaje se está transmitiendo de manera confusa: parece como si España debiera constituirse en una suerte de centro de investigación, lleno de ingenieros y científicos. Ningún país de los que nos podrían servir como modelo es así. Ni siquiera estados pequeños como Suiza, Suecia o Finlandia prescinden de las panaderías, fruterías, ganaderías, madererías, restaurantes o repartidores. Para comprender el alcance de lo que supone incorporar la ciencia y la técnica a todos los procesos económicos hay que revisar sus fundamentos.
En primer lugar, una sociedad evolucionada necesita un cierto nivel de conocimiento. Esa es la primera deficiencia de España. Nuestro nivel educativo ha ido en retroceso desde la aplicación de la LOGSE. La modificación drástica de esta ley y la recuperación de la filosofía del esfuerzo entre los alumnos, así como la restauración de la autoridad del profesorado en el aula son herramientas imprescindibles para abordar el cambio social. Cualquier otra actuación es posterior a ésta, como demuestra que en la universidad se deje sentir que el alumno llega sin base, lo que degrada el nivel de la enseñanza superior. Además, la universidad habría de trabajar sobre criterios de rendimiento medibles. Si parte de los enseñantes se convierten en una especie de rentistas, no podrán transmitir al alumnado la mentalidad adecuada para acometer la vida profesional con eficiencia.
En segundo término ha de comprometerse el sector empresarial, que está constituido en buena parte por pequeñas y medianas empresas. En León predominan estas estructuras, por lo que requiere un enfoque aún más preciso.
La innovación en las compañías de actividad no tecnológica -la mayoría- ha de pasar por una mejora sobresaliente del rendimiento. Para ello es necesario utilizar cuanto talento haya en la empresa a fin de reorganizar el trabajo con recursos similares. En esta labor es imprescindible una buena disposición ante los cambios de métodos y de técnicas. También es innovación la reorganización del espacio en la oficina, el almacén o la tienda.
Lo que resulta evidente es que sin cambios no puede haber mejoras. Además, cuando se inicia este camino, la necesidad de formar al personal es cada vez más patente. Por esta causa sería recomendable crear un programa para implicar a las pequeñas y medianas empresas leonesas en la ejecución de cambios internos que las fortalezcan.

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