sábado, 22 de diciembre de 2007

La Corte de los Disparates

La arremetida del gobierno autonómico, autoidentificado frecuentemente como castellano, contra León ha sufrido un recrudecimiento notable en las últimas semanas. La Junta está desplegando todos sus recursos para intentar que lo leonés quede solapado. Este esfuerzo va a dar la medida de hasta dónde es capaz de llegar la institución.

La ofensiva se está desarrollando en los planos cultural, económico y político, pese a que pudiera parecer una campaña de más corto alcance. En la vertiente cultural se asiste al vacío que la Junta viene procurando a las manifestaciones leonesas. La escasez de ayudas a la arquitectura popular, la ignorancia hacia la lengua vernácula -mientras se impulsa la enseñanza del gallego-, la sequía editorial de tema leonés o la edición de libros pancastellanistas se complementan ahora con la incursión de la Fundación Villalar en los colegios para explicar que la sociedad leonesa tiene más nexos con la soriana que con la asturiana.

La última ocurrencia de esta oficina de propaganda es la potenciación de una especie de Sabino Arana castellanista. Parece que un catedrático de historia ha optado por convertirse en político dando consejos de política territorial al presidente Zapatero. Bien es cierto que mucho le debe a la Junta, ya que buena parte de sus libros han sido promovidos, comprados y repartidos en los colegios desde la creación de la cosa autonómica. Aún debiera explicar cómo concluyó que la meseta norte tiene una historia común, cuando su área de investigación se centró en la zona oriental. Afortunadamente hay material historiográfico reciente para poner en su sitio tan interesadas y peregrinas teorías.

Políticamente se intenta legitimar el proceso autonómico con una pléyade de jóvenes titulados vallisoletanos cuyas tesis doctorales se esmeran en apuntalar su gestación. Por añadidura, ahora la Junta se niega a crear una región a efectos estadísticos comunitarios en las provincias de la región histórica leonesa, aunque pueda suponer la pérdida de cientos de millones de euros en fondos europeos. Parece que, como implica reconocer la singularidad de las tres provincias desfavorecidas, el ente estaría dispuesto a renunciar a estos beneficios.

Al plano económico se ha aludido en otras ocasiones, pero el último episodio del embalse de Riaño merece ser destacado. Ahora se ha hecho patente que el crecimiento económico y demográfico en los secarrales pucelanos es insostenible porque carecen de los medios hídricos necesarios. Para subsanarlo se ha determinado despojar al aparato productivo leonés del recurso, arruinar dos comarcas –la inundada y la no regada-, y hacer contribuir a la región donante a la financiación del trasvase. Ya veremos cómo se justifica este nuevo atropeyo desde la corte de los disparates.

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