sábado, 1 de diciembre de 2007

Nubes de Ceniza

La llegada de nubes de color sucio a la capital durante el pasado domingo venía a romper la placidez veraniega de los leoneses con el recuerdo de la destrucción que sufren nuestros campos por los incendios. La gravedad de los que se están produciendo y la desproporción de los limitados medios con que se cuenta para su extinción ponen de manifiesto que algo está fallando en la política de control de estos siniestros.

Decir que la quema de nuestros bosques se produce en el medio rural es una obviedad. Sin embargo las implicaciones de esta premisa son complicadas en una comunidad autónoma en la que no se quiere asumir la multiculturalidad. Como todos sabemos, son las zonas rurales aquellas que mejor conservan los sistemas de organización social y de propiedad de la tierra más apegados a la cultura vernácula. El papel de las masas forestales y su propia existencia están estrechamente ligados a la cultura de cada zona, puesto que nuestro agro compone un entorno muy humanizado. En consecuencia, para entender buena parte de las causas de estos desastres y poder prevenirlos hay que comprender la cultura de las zonas donde se producen.

¿Qué puede saber un funcionario de Valladolid del significado último de un bosque comunal en una aldea leonesa? ¿Contemplan los gabinetes, que tantas decisiones toman, el papel protagonista de la unidad de aldea cisastur? ¿Cómo pueden entender la mentalidad del paisano de aquí los trajeados oficinistas cuando se habla de bienes comunales? ¿Qué saben la mayoría de los trabajadores castellanos de la Junta acerca del potencial de los concejos en las tareas de prevención y extinción?

Todo eso integra un bagaje de conocimiento imprescindible como elemento de partida para elaborar políticas contra incendios específicas para León y Zamora. Y si no se puede programar una estrategia diferenciada: ¿para qué sirve la Autonomía?, ¿para que dé igual que el incendio se produzca en Ávila que en León?

El comportamiento de los mandatarios de la Junta en el incendio de Pombriego ha sido impecable desde el punto de vista de la comunicación, puesto que acudieron presurosos al escenario de la catástrofe. Sin embargo, desde el punto de vista de la planificación habría dado lo mismo que las decisiones se hubiesen tomado en Madrid. No hay ni una sola medida específica para la prevención de quemas incontroladas en León y Zamora, cuando la realidad es que las peculiaridades de esas masas forestales, o de las de Segovia o de la Tierra de Pinares de Burgos y Soria deberían plantear toda una parrilla de medidas peculiares en cada caso.

Es en estas cuestiones es donde se aprecian las causas por las que existe la reivindicación leonesista. No se puede hacer una política ajustada al territorio si se hace lo imposible por ocultar sus singularidades.

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