lunes, 7 de abril de 2008

El Empleo Asimétrico

Como veníamos diciendo, la explotación de los datos de la Encuesta de Población Activa resulta de interés para conocer la estructura productiva de España y los intereses de León en ella. Para ordenar el conjunto conviene jerarquizar las provincias según su dimensión. Así, encontramos en un primer nivel las de Madrid y Barcelona, con más de dos millones de empleos cada una. Sus cuatro millones y medio en total suponen más de la cuarta parte de toda la ocupación en España. En un segundo escalón se halla, solitaria, Valencia, con casi novecientos cincuenta mil empleos. En el tercer nivel –más de seiscientos mil- aparecen Sevilla y Alicante. Tras estas cinco provincias, que suponen el cuarenta por ciento del mercado laboral español, se sitúa el resto, por debajo siempre del medio millón de puestos de trabajo. Una primera consideración, por tanto, es que León se engarza en un área actualmente alejada de los grandes centros laborales de España, concentrados en la mitad suroriental del país. En segundo lugar, parece lógico el proceso de emigración hacia esos mercados, que, además, crecieron por encima de la media española los últimos veinte años, salvo Barcelona.

La primera provincia del noroeste en la degresiva, tras Málaga, Murcia y Vizcaya, es La Coruña. Asturias (12ª) y Pontevedra (14ª), ya por debajo de los cuatrocientos mil ocupados, conforman el resto de grandes aglomeraciones del noroeste. En consecuencia, es ese borde marítimo el lugar de referencia que hemos de tener los leoneses para orientar la acción de nuestras empresas. Sus mercados laborales, bastante conectados, suponen seis veces el de Valladolid, dos veces y media el de Vizcaya, y tres veces el de Zaragoza, por poner ejemplos de algunas economías provinciales más cercanas. A ello, por si fuera poco, se suma la proximidad de Oporto.

La debilidad de Lugo y Orense, mercados menores que el nuestro, e interpuestos entre la costa gallega y el sistema de ciudades leonés, podría dificultar el crecimiento basado en las relaciones con el Atlántico. Sin embargo, la orientación de nuestras actividades hacia ese Eje es la mejor opción de cuantas se puedan considerar.

En definitiva, las instituciones leonesas deberían instrumentar las políticas para que nuestro parque empresarial aumente y priorice sus relaciones con dichos mercados, grandes y dinámicos. De ellos podemos obtener una interesante cuota de ventas, suministros en materia industrial, servicios avanzados, logística para la exportación, puertos secos, saber hacer e inversión. En este marco la insignificancia de Valladolid, vigesimosexta del escalafón, hace inconsistente cualquier pretensión de convertir ese mercado en referente. Por todo ello el interés estratégico de León en el Siglo XXI mira hacia la costa.

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