sábado, 5 de abril de 2008

El Incuestionable CETILE

Durante las semanas precedentes hemos asistido a un caluroso debate sobre la instalación del Centro de Transporte Integrado de León. Para valorar las opiniones vertidas es necesario ponderar las claves de esta instalación. En un centro integrado de transporte se acumulan un conjunto de actividades relacionadas con el tráfico de mercancías. Por enumerar algunas de las posibles podemos citar el cambio de medio de transporte de ferrocarril a camión o viceversa, el paso de camión a camión o de tren a tren, el reposo de unidades de transporte en ruta, el repostaje, la reparación, el estacionamiento, la redistribución de cargas a diferentes destinos, o a transportes de tamaño diferente por fragmentación o concentración, y la contratación de portes. Aparte de estas actividades se pueden atraer otras relacionadas, como la fijación de nodos logísticos o centros de negocios. Así, un puerto seco es un complejo englobable en un centro integrado de transportes. Es posible que el impacto económico de un núcleo de este tipo sea enorme, ya que, si el transporte nacional encuentra una oferta adecuada a sus demandas, concentrará su actividad en él.

León, por su situación como principal ciudad en los accesos al Noroeste, podría aspirar a un gran centro de transportes. Es evidente que tal instalación no debería ponerse en cualquier sitio si se pretende que sea un éxito. Ha de estar sobre una gran ruta, es decir, en nuestro caso en la vía Astorga-Sahagún o sobre la línea La Magdalena-Villamañán, y, preferiblemente, cerca del entronque de ambas. Debe quedar contigua a las vías del ferrocarril y cerca del aeropuerto. Tendría estar alejada del casco urbano para no contribuir al estrangulamiento de los accesos al área metropolitana. La cercanía a los polígonos industriales también es importante, porque facilita su uso. Por todo ello las ubicaciones idóneas son pocas: desde el área de Vega de Infanzones-Cembranos, siguiendo la autovía, hasta Villadangos del Páramo. En su momento se eligió un área en el municipio de Chozas, en el borde del área metropolitana. Sin duda se trata de una de las mejores candidaturas posibles.

Sin embargo parece ser que un grupúsculo dentro de una asociación minoritaria de transportistas locales dice oponerse a la construcción del CETILE en ese lugar. Argumentan que está lejos de su casa. Reclaman que se les ceda el antiguo mercado de ganados, de propiedad municipal, para aparcar sus camiones. Con independencia de que sus problemas personales merezcan la atención adecuada, nos encontramos ante un caso en el que el ayuntamiento ha de ejercer su autoridad si no queda lugar para el diálogo. El calado de una decisión municipal mal tomada es tan grande que aquí, como en pocos casos, el interés común ha de prevalecer.

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