domingo, 13 de abril de 2008

León y el Agua

Entre algunos políticos está de moda urdir y presentar proyectos alambicados y asombrosos, que sorprendan al contribuyente. Ante eso es necesario hacer una llamada para reflexionar sobre lo extraordinario de la normalidad para llegar a comprender el auténtico valor de las cosas que nos rodean. Las mejores ideas se ocultan en lo próximo y es su cotidianeidad lo que las camufla a los ojos del lugareño. La utilización de recursos presentes, puede que abundantes y, seguramente, con costes asumibles es una garantía para el acierto.

Entre las oportunidades que ofrece a la promoción pública la peculiar normalidad leonesa está la abundancia de agua. Contamos con la mayor longitud provincial de cursos fluviales de la Península. Ríos y canales conforman una maraña hídrica que divide el territorio, condiciona el paisaje y soporta con holgura una población provincial dispersa. Esto, si se tiene en cuenta que nos incardinamos en una península semiárida, sugiere una alternativa singular si se llegara a aprovechar tal recurso en nuevos usos que contribuyesen a enriquecer el territorio.

Hace tiempo ya expusimos aquí la necesidad de hacer extensiva la construcción de piscinas cubiertas, instalaciones que experimentan un éxito sin precedentes y que han cobrado aquí un valor social sin parangón en otras regiones. En esa línea se puede destacar que León presenta un excepcional desarrollo de elementos culturales tradicionales ligados al agua. Canales, zayas, regueros, técnicas de riego por inundación, molinos, batanes, pisones, fábricas de luz, ferrerías, normativa de uso de las aguas, caños, lavaderos, bebederos, noras, zancos, pontones, puentes, balsas, barcas, “cepelines”, cigüeñales, pozos, etc, conforman un conjunto abigarrado que tiene en la tradición leonesa una presencia incomparable cuantitativa y cualitativamente respecto a otras regiones. Dicho complejo cultural merece un parque temático, porque es digno de ser mostrado a un madrileño, a un vasco o a un valenciano -por poner ejemplos de mercados turísticos destacables-. León necesita un parque de la cultura del agua porque el agua es buena parte de su ser. Aquí se ubica la mayor área de surgencia de aguas dulces del interior penínsular. Esa singularidad representa una provocadora seña de identidad con la que darnos a conocer al mundo.

Un proyecto así –que no tendría por qué ser único, sino formar una red- debería estar complementado con una gran instalación cubierta de baño para el recreo. Modelos como el de las caldas de Andorra podrían ser orientativos. León en su actual coyuntura histórica debe aspirar a ser más atractivo con inteligencia, ambición y economía de medios. Puesto que el agua ya está aquí ¿habrá iniciativa para hacer de ella una fuente más valiosa aún de riqueza y bienestar?

2 comentarios:

Alfonso Mielgo dijo...

Vivo en Villares, en plena ribera del Órbigo, tierra de aluvión, que como decía Madoz, cuenta con la bendición del suelo y la maldición del cielo...

Ahora, en primavera, el Órbigo es la tierra más bella del mundo.
Las necesarias concentraciones parcelarias mejoraron la productividad (cuando casi no quedaban agricultores), pero destrozaron un paisaje único de regueros, praos, cierros, norias,... el pasado fin de semana, caída la tarde, me perdí por las choperas de Turcia... con la humedad que rezumaba el ambiente y los pájaros cantando recordaba (un poco) el Amazonas. En el camino que discurre entre el Barbadiel, caudaloso pero remansado, inaccesible por la vegetación, y el Órbigo, ahora sí, caudaloso, la sensación es indescriptible...

Museo de la huerta, los molinos, las acequias, los mercados, etc, YA
y a ser posible en mi pueblo, que es el mejor del Mundo (aunque no pase el autobús)

Cisastur dijo...

¿Por qué no montar una iniciativa con un grupo de gente de tu zona y proponéis un itinerario por vuestras riberas que, coincido, son deliciosas?