miércoles, 23 de abril de 2008

Patrimonio Ponferradino

Nadie puede dudar que la ciudad de Ponferrada ha sufrido un cambio radical en los últimos diez años. Este núcleo, que al principìo de los años noventa no pasaba de ser un poblachón de aspecto bastante descuidado, ha pasado a estructurarse como un conjunto de áreas de diferente categoría y especialización. De la falta de un centro urbano evidente y la ausencia de una jerarquía de barrios hemos pasado a un modelo organizado, que ha sido rematado con jardines y áreas de paseo amenizadas con vegetación y atractivo mobiliario urbano. Las zonas peatonales han sacado a la calle un número de paseantes desconocido en aquella Ponferrada rural de hace decenio y medio. Las dotaciones comerciales, sanitarias, educativas, culturales o deportivas son incluso superiores a las de algunas capitales de provincia de tamaño similar. Sin embargo aún queda por aprovechar recursos que, a la vista de los ponferradinos, carecen de valor aparente, pero que pueden ser cruciales si se pretende sentar las bases para lograr la ciudad de referencia en los accesos a Galicia que todos queremos.

En una urbe que ha cubierto la mayoría de las necesidades más elementales de la población de manera satisfactoria –aunque todo pueda ser mejorable- se necesita potenciar un aspecto que marca la diferencia entre ciudades modernas: el patrimonio arquitectónico. De no ser así el conjunto urbano puede ser percibido como un lugar sin personalidad ni atractivo.

En este aspecto se ha hecho énfasis en la recuperación del Castillo, directriz muy acertada por cuanto pocas ciudades cuentan con un baluarte de esas dimensiones y características en el casco urbano. También la recuperación de la Calle del Reloj, una de las más nobles de la trama peatonalizada, ha sido un acierto. Sin embargo, cuando se pasea por la ciudad se echa en falta el cuidado de la arquitectura popular. Sin duda muchos bercianos están acostumbrados a ver las sencillas casas de una planta con corredor volado sobre la calle. Esa rutina provoca que no se reivindique dicho tipo de construcción, pese a ser absolutamente peculiar en España. El casco ponferradino cuenta con hermosos ejemplares, como los de la calle de las Carnicerías, que podrían formar un conjunto de gran singularidad. Estas viviendas, ubicadas predominantemente en asentamientos rurales, están desapareciendo rápidamente por la falta de recursos y de estima de particulares e instituciones públicas hacia ellas. Un conjunto urbano de las mismas puede llegar a constituir una muestra de patrimonio popular insólita a los ojos de propios y, sobre todo, de extraños. Conseguir el reconocimiento institucional del valor monumental de estas tipologías arquitectónicas podría ser un primer paso para que este recurso pase a ser un atractivo de gran valor.

2 comentarios:

Alfonso Mielgo dijo...

Ojalá no se pierdan esas maravillosas balconadas de madera que le dan tanto sabor al casco antiguo.

Deberían demoler el instituto Gil y Carrasco... una burrada de hace no tantos años

Cisastur dijo...

¿No te recuerda esta burrada al Instituto General y Técnico que demolieron para hacer el engendro del Juan del Encina en León?