lunes, 14 de abril de 2008

San Andrés: Ciudad y Patrimonio

Cualquier persona que siga la actividad municipal de San Andrés del Rabanedo podrá percibir cierta falta de cuidado con el patrimonio. Este Ayuntamiento, posiblemente cegado por la cantidad y calidad del conjunto monumental capitalino, olvida que algunos de los elementos esenciales para lograr un casco urbano estructurado son sus inmuebles y parajes más característicos. San Andrés avanza con brío hacia los treinta mil habitantes sin que en la acción municipal se vea otra cosa que el parto de una ciudad dormitorio. Predomina lo nuevo y adocenado. Lo antiguo se sume en el olvido y la ruina, y o bien deja paso a un urbanismo impersonal, o bien conserva solamente el trazado rural en calles que han multiplicado por tres su carga poblacional. Los elementos que podían erigirse en referentes del núcleo en que llegará a convertirse el conjunto San Andrés-Trobajo se hunden o modifican ante la mirada inane de los munícipes.

El edificio Araú, un inmueble muy singular, puesto que no existe nada parecido en parte alguna del área metropolitana leonesa, ve acercarse el fin de sus días entre falsas promesas y brazos cruzados. El conjunto de molinos del municipio, el mejor del alfoz legionense, carece de atención mientras la ruina acecha a varios de los mismos. Las presas, auténticos ríos de esta población, son estorbos que ocultar, cuando podrían convertirse en corredores ajardinados. Las pocas calles de arquitectura popular rural que perviven son, poco a poco, víctima de las excavadoras. Nadie se apercibe de que podría encontrarse ante el futuro casco antiguo de la naciente ciudad.

El municipio de San Andrés del Rabanedo necesita un cambio de mentalidad. El tercer Ayuntamiento de la Provincia pone rumbo hacia la vulgaridad de la ciudad dormitorio, no hacia la pequeña ciudad que sabe ir asumiendo su nuevo papel en el escenario provincial. La misma ausencia de noticias de este municipio en los medios es un síntoma de su actual insustancialidad.

San Andrés tiene un gobierno que vive y pasea por el término, un privilegio del que gozan pocos núcleos. En esas calles que frecuentan están las soluciones. Nadie diría que San Andrés es más grande que Astorga a la luz de su repercusión provincial. El patrimonio es el primer hito para que el pueblo signifique más.

Entre las diferencias de un urbanismo ordenado con otro que no lo es, está la posibilidad de reconocer qué ha dejado cada época en la población. San Andrés aún puede preservar parte de sus inmuebles antiguos, de sus entornos característicos. Se podría recuperar típicos rincones empedrados, ajardinar sebes y cañizales, recuperar caños y callejas, o destacar sus iglesias. ¿Tendremos la ambición necesaria para descubrir en San Andrés la ciudad que esconde tras el hormigón?

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