lunes, 11 de agosto de 2008

El Circuito de Velocidad

En estos días se encuentra en plena ebullición el debate sobre la reclamación de un circuito de velocidad en La Bañeza. Habrá quien se empeñe -ya lo hay- en que se trata del debate sobre la ubicación de un circuito de velocidad en la autonomía, pero todos sabemos que eso no es cierto. La Bañeza lleva reclamando un circuito de velocidad permanente años, ya que el número y calidad de las competiciones que allí se organizan no tiene ni ha tenido parangón en lugar alguno de este ente autónomo. Tenemos la certeza de que si La Bañeza estuviese en el contorno de Valladolid, la decisión de la construcción estaría tomada y la partida económica para iniciar las obras disponible. De lo que, aparentemente, se trata ahora en las cortes de Valladolid es de intentar bloquear la posibilidad de que esa instalación, como pasó con el INEF muy a pesar de algunos, se sitúe fuera de su contorno. La circunstancia, injustificable y provocadora, se repite tras el episodio del puerto seco de Gijón y arrumba los intereses de Valladolid, defendidos por la Junta, contra el flanco de la nave económica leonesa. Nunca los partidarios de la segregación autonómica tuvieron tan buenos aliados en el ente ni tantos argumentos como ahora. La relación entre León y Valladolid es, cada vez más, la historia de una colisión en la que esta tierra, inmóvil, ha visto cómo el Plan Estratégico de Valladolid (subyacente en cada uno de estos movimientos desde 1996), ha dado un golpe de timón a aquel centro para ocupar el lugar de León a base de suplantarlo. El papelón de Arvizu y sus compañeros de lista en Fuensaldaña no es diferente del de Zapatero a principios de los noventa, cuando defendía la tesis del ministro Borrell: la autovía León-Astorga, sostenía, era innecesaria y la León-Benavente debía ser una autopista de peaje. Alguno dirá que por un circuito de velocidad no se puede armar todo este ruido, pero es el suma y sigue lo que agota las paciencias. El antiguo hospital militar de Valladolid es ahora rehabilitado por la Junta para “servicios administrativos” con una inversión que supera los tres mil doscientos millones, mientras, en León, el EREN se demora. Tres chavales de la Valduerna se quedan sin colegio porque la Junta, la misma que se lamenta por la despoblación, no financia su transporte. La Junta ha convertido la biblioteca de Valladolid en “Biblioteca de Castilla y León” -nadie sabe para qué- y van a realizar una inversión multimillonaria reedificarla más grande. La Junta aquí no financia razonablemente ni el pujante aeropuerto. El corto espacio de esta columna no permite expresar el desequilibrio en toda su dimensión ¿tendrá arrestos el presidente Herrera para reconducir este conflicto creciente?

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