sábado, 30 de agosto de 2008

Los MINER y el Sur

El periodo estival es un momento idóneo para viajar por la provincia leonesa y disfrutar de la riqueza paisajística, que atesora. La experiencia, aunque grata por las excelencias visuales, por la majeza del paisanaje y por las bondades gastronómicas de este rincón del noroeste, se ve tachonada por la travesía de tramos carreteros que recuerdan aquellas etapas en que las diligencias unían León con Madrid a través de la vieja traza caminera romana. Viales estrechos, constituidos por una sucesión de baches, sin arcenes o, incluso, sin señalizar, se hacen frecuentes de una manera harto frecuente. Es difícil encontrar una red peor conservada que la de León en toda la geografía nacional. Incluso, nuestros vecinos del norte y oeste, provincias de orografía atormentada, cuentan con una malla de carreteras autonómicas, provinciales y locales sin comparación posible con nuestros senderos asfaltados. Las causas de este abandono pueden ser muchas, pero si intentamos distinguir en qué áreas geográficas se concentra el desastre veremos que, con afectar a toda la provincia, se concentra en el sur y oriente de León. La explicación de esta distribución provincial del bache es que las zonas susceptibles de recibir fondos del Plan del Carbón del Ministerio de Industria, hoy subsumido en otros, han aplicado esos recursos, en parte, en mejorar la trama viaria. El resto de zonas no han recibido estos fondos y se encuentran carentes de medios económicos. Algunos preguntarán ¿dónde están los dineros de la Junta y de la Diputación? Los de la Diputación se hayan mayoritariamente cubriendo el déficit provocado por una reducción presupuestaria galopante. Los de la Junta apenas en ninguna parte, ya que esta institución, valiéndose de que es el transmisor de los fondos MINER entre el estado y las comarcas, apunta dichos fondos como propios, detrae recursos realmente autonómicos de la parte correspondiente a León y los aplica en otras provincias. De esta manera, la fractura del principio de adicionalidad de los MINER, es decir, que tales fondos se sumaban a los que de forma normal debieran llegar a León, perjudica a todos, pero más a las comarcas no mineras, que ni cuentan con fondos MINER ni con los de la Junta. El principio de adicionalidad es la distancia que hay entre tener miles de millones de pesetas para carreteras y no tener un duro para áreas como el alto Valderaduey, Los Oteros o La Valdería. El resultado, en fin, de esta actuación de la Junta es el abandono casi absoluto de las carreteras en el sur y oriente de León. Por otra parte, la transparencia presupuestaria interprovincial, que permitiría comparar y reclamar, brilla por su ausencia. ¿Nos dejan otra salida que no sea la reclamación?

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