lunes, 25 de agosto de 2008

Ponferrada y Paco González

Ponferrada es una ciudad que, poco a poco, ha desarrollado un notable ambiente cultural. La afición creciente al Teatro, la buena actuación de los gestores implicados en esta rama artística y una apreciable atención de las autoridades locales han propiciado un nutrido grupo de dramatófilos que acuden y llenan los espectáculos de la temporada. A esta interesante respuesta social ha venido a sumarse la Escuela de Cine, un fenómeno emergente cuyos oficios vendrán a enriquecer el panorama intelectual de la zona. Sin embargo, no ha sido éste el último de los acontecimientos. El día 15 se celebraba la conclusión del primer curso de expresión corporal para payasos-mimo en Villar de Silva. Esta aldea leonesa, situada en la provincia de Orense por los accidentes políticos, se asoma sobre el Sil en frente de Salas de la Ribera y de Puente de Domingo Flórez. En tal lugar tiene sus referentes Paco González, quien pasa por ser el primer diplomado en arte dramático, en la vertiente de payaso-mimo, de Europa. Los leoneses pudimos apreciar su labor en la obra “Ristorante Inmortale” y, más recientemente, con “La Familia Flötz Sale a la Superficie”. Tras largos años como profesor en las instituciones alemanas ha culminado su sueño: impartir clases en su casa-escuela, todavía en construcción, en Villar de Silva. Los dieciocho alumnos -quince alemanes y tres españoles- han asistido a una experiencia singular e innovadora donde los momentos de clase se mezclaron con la convivencia y el trabajo. Paco, a pesar de la resistencia de los lugareños, de las dificultades económicas de un proyecto ambicioso, de la incomprensible falta de apoyo público y de las limitadas ayudas que los amigos pudimos proporcionarle desde la lejanía de nuestros hogares, ha levantado un edificio que es todo un monumento a la constancia, a la lucha por una idea y al pensamiento libre. La casa, que pasa por ser un hervidero cultural, asisti— desde su viguería casi desnuda a las actuaciones de los alumnos, a las canciones de Quintín Muñoz y a los sonidos celtas que, como una fina lluvia, empapaban las paredes rocosas del Sil en una reunión final de amigos. Cuando hablábamos con Paco, tras Villar aparecían dos lugares en el horizonte: el Barco de Valdeorras y, sobre todo, Ponferrada. A treinta kilómetros de la ciudad, la casa de Paco se constituye en un elemento clave en el entramado cultural de la urbe. Ese aulario, por la singularidad de su microcosmos, nunca podría crecer entre el asfalto. Paco, como un animal mitológico, se asoma al Bierzo entre las brumas del cañón del Sil. León está de enhorabuena. Una iniciativa artística y cultural única acaba de nacer.

No hay comentarios: