domingo, 3 de agosto de 2008

León y sus Barreras

Durante los últimos años el área metropolitana de León ha ido encaminando su crecimiento hacia ciertas zonas de su entorno y no hacia otras. Es evidente que la conurbación extiende su núcleo en las áreas del interfluvio Bernesga-Torío, copando con polígonos residenciales incluso la misma confluencia de sus cursos fluviales: la Lastra. Sólo en una zona ha franqueado esas líneas, pero lo ha realizado de forma vigorosa, con un crecimiento desmedido de la población: a través del Crucero y la Sal, en dirección a Trobajo. Esta zona del espacio urbano tiene la singularidad de acumular dos barreras notables, ya que, aparte de la constituida por el río, se halla la del ferrocarril. El Ayuntamiento de León ha ido avanzando tímidamente en las posbles soluciones para comunicar el espacio más allá del Bernesga, ocupado por una población cercana a los cuarenta mil habitantes, con la otra ribera. La construcción de los puentes dela Junta y de San Juan de Dios ha contribuido poco a aligerar el tráfico, ya que, casi simultáneamente a su puesta en servicio, se cerraba San Marcos. En realidad, los nuevos puentes aportan su flujo circulatorio al Crucero, ya que sólo una travesía laberíntica por las estrechas calles de Pinilla permite llegar a Trobajo y a San Andrés por otra ruta. Así, pese a estas novedades, el Crucero y el nudo de Michaisa siguen soportando la mayoría del tráfico entre ambas orillas. En estas circunstancias se echa de menos un desarrollo real de las soluciones planteadas por los nuevos viaductos. De nada sirve el puente de la Junta si para llegar al Ayuntamiento de San Andrés la ruta más favorable pasa por el Crucero, donde se suman los vehículos procedentes del puente de Los Leones. Otro tanto sucede con el de San Juan de Dios. La solución para dar continuidad al puente del Parque de Quevedo está en dar salida a las glorietas de Pinilla hacia San Andrés. Permitiendo así sacar partido al infrautilizado viaducto sobre el ferrocarril, cercano a aquel consistorio. Lo mismo sucede con el puente del fondo de las Eras de Renueva. Si no continua con un nuevo vial que, salvando las vías por un nuevo camino, permita dar salida al tráfico de San Andrés, permanecerá como ahora: minusvalorado. El estrangulamiento que sufren las comunicaciones enestas áreas de la ciudad reclama soluciones urgentes. Sus efectos retardan la consolidación urbana de una población metropòlitana que alcanzó con soltura los doscientos mil habitantes, y que puede abordar los doscientos cincuenta mil en un plazo inferior a veinte años. ¿Habrá perspectiva de futuro suficiente para permeabilizar las barreras del río y el ferrocarril en un plazo razonable?

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