domingo, 24 de agosto de 2008

El Conflicto Leonés

Algunas veces, cuando se presenta una aparente unanimidad en negar la existencia de un problema, se está diciendo justamente lo contrario. Ya dice el aforismo que “excusatio non petita acusatio manifesta”. El afloramiento del conflicto leonés, una reivindicación de derechos fundamentales, en el estado es cada día más evidente. Juan Vicente Herrera vino hace poco a decir que pensar en retomar el tema autonómico era una locura, pero no explicó por qué. El PSOE se descuelga ahora diciendo que León no tiene la relevancia que merece, mensaje que busca frenar una grave sangría de votos hacia posiciones más proleonesas que la suya. Ante ellos se presenta un partido, la UPL, única referencia política del leonesismo -voz que denuncia el conflicto- incapaz de articular un mensaje que vaya más allá de la presión a los partidos nacionales para atraer inversiones. Han pasado 18 años desde la creación de la autonomía. Es tiempo suficiente para que se explique con claridad por qué aparece el leonesismo y que los partidos busquen cómo subsanar este desgarrón del lienzo democrático español. El conflicto leonés tiene tres vertientes: la política, la cultural y la económica. El lado político parte de la integración irregular, aunque legalizada, en Castilla y León, a pesar de la negativa de los ayuntamientos leoneses a esa opción. El conflicto cultural se basa en el ataque de la Junta a toda iniciativa que trate cuestiones culturales exclusivamente leonesas. Los libros que hablan sólo de cultura leonesa, por ejemplo, no reciben apoyo de la Junta. Mientras, otros de mensaje afín son financiados y hasta encargados por ese organismo. La vertiente económico se basa en el desvío de fondos que, por las propias leyes de la proporcionalidad, corresponden a León y que han sido destinados a otras zonas durante los últimos diecisiete años. El monto total de esta detracción es una cifra astronómica, que se traduce en un enorme déficit de infraestructuras y un gigantesco desfase con el nivel de las mismas en todo el entorno. Cuando los partidos de León, UPL incluida, hablan de acabar con los agravios debieran precisar cómo. Por el momento, la deuda de la democracia española con este pueblo, que sabe reclamar con una postura pacífica y asistida por la fuerza de la razón, ha de ser cubierta con algo más que vaguedades. Los leoneses tenemos derecho a discutir acerca de los pasos necesarios para que nuestra tierra ocupe posiciones de liderazgo, en la España de las regiones, dentro de veinticinco años. Además, deseamos darlos conforme a nuestras peculiaridades ¿Por qué se nos niega este derecho elemental?

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