viernes, 8 de agosto de 2008

Partido de Bierzocesto

Aparece como noticia recurrente estos días la desavenencia entre la Diputación de León, el Consejo Comarcal y la Junta. La percepción general de este choque es confusa y tumultuosa. Cada quien expone argumentos sobre el conflicto sin que la conexión entre ellos aparezca de forma clara. Parece conveniente hacer un ejercicio de análisis para discernir cuántas componentes tiene este desencuentro. En primer lugar, encontramos el conflicto entre el grupo del Presidente Díez y el resto, dentro del equipo de gobierno. Se trata de una fractura originada por la existencia de listas cerradas. Los interesados, gente de variado pelaje y condición, se enfrentan entre sí en función de su lealtad al poder que les empotra en la candidatura. Parece que, como Díez no hace las listas y, además, no pacta, la mayoría se le enfrenta. La Diputación nos muestra aquí la parte más perversa de la partitocracia que, día a día, empobrece nuestro modelo representativo. En segundo lugar, está el choque económico entre la Dipitación y la Junta. La primera ve cómo la otra va ahogándola económicamente y se resiste. En tercer lugar, el ente fortalece una réplica de la Diputación, con la que colisiona, llamada Delegación Territorial, que dirije un señor puesto a dedo. En cuarto lugar, la Excelentísima ha presentado batalla al ente con Rodrigo de Santiago, Turiel y Díez. Eso es algo difícil de perdonar con la concepción patrimonial del poder que se lleva en Valladolid. Una nueva vertiente del follón, la quinta, es la creación del Consejo Comarcal del Bierzo, con el fin, según se ve, de atacar el leonesismo, ya que ni tiene homólogos en otras zonas de la autonomía –pese a que las hay mucho más singulares-, ni ha alcanzado más que unos sesenta millones de presupuesto en toda su existencia. La sexta es que dice la Junta que los dineros y las competencias las ceda otro. En otras palabras, la Junta creó la institución comarcal, aunque ahora pretende que vengan otros a darlo sentido, pero, eso sí, como diga Valladolid. Queda una última y séptima parte del conflicto; la más incómoda y, a la postre, la más importante. Se trata del déficit de servicios administrativos que presenta una provincia que, pese a ocupar el sexto puesto de España en extensión, es, en realidad, la mayor según el tiempo de viaje. No hay una sola de las provincias más vastas que León –Cáceres, Badajoz, Zaragoza, Ciudad Real y Huesca- que tenga unos problemas orográficos como ésta. Dado que en la zona occidental del territorio leonés aparece ahora un núcleo de relevancia creciente, Ponferrada, cobra sentido dotarlo de más impacto sobre su entorno. ¿Podrá la Junta pensar en términos estrictamente administrativos?

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